Tal parece que la receta de cómo llegar y hacerse del PRI en San Luis Potosí no fue un capricho autónomo de Sara Rocha: imposición, engaños, traiciones, compra de voluntades -muy, muy baratas, por cierto-, repartición de oficinas del partido, inquinas, vilezas, vulgaridades, corriente en sus modos y “modismos” políticos -mismos que se traducen en su actuar como dirigente- y un catálogo interminable de cómo no se debe hacer política. Pareciera que San Luis Potosí, como el resto de la dirigencias estatales, fueron el ensayo y preparación -desde el año pasado- para que Alejandro Moreno, en la dirigencia nacional, acabara haciendo lo que él mismo le reprocha al gobierno federal: la construcción y llegada de una dictadura. Una dictadura priista. La burda propuesta, su ciega aprobación en los Consejos estatales y la de ayer en la 24 Asamblea Nacional para permitir la reelección al dirigente nacional y a los dirigentes estatales en sus periodos de cuatros años hasta por tres períodos consecutivos, le dará a Moreno la oportunidad de quedarse en el viejo edificio de Insurgentes Norte hasta el año 2032. Durante estos últimos dos años Alejandro Moreno se llenó la boca, junto con sus dirigentes estatales, para señalar a quienes dentro del PRI no pensaran como él o, en el caso potosino, como Sara Rocha (lo externó Moreno en su visita a San Luis en octubre del año pasado en un desayuno con priistas cuando, literalmente, amenazó a quienes cuestionaron a la dirigencia estatal y su llegada, advirtiendo que “tenía apuntado” a quienes lo hicieron) y lo pretendieron consumar con la fallida expulsión del destacado joven tricolor Edmundo Torrescano quien, durante ese periodo de la llegada de Rocha a la dirigencia, impugnó el procedimiento. El abogado se le adelantó y decidió renunciar al partido. Otra historia, pero valedero el ejemplo. Esta y otras páginas dan vida entonces a la nueva época del PRI en México: el PRI que ayer se vio arrodillado por el deshonroso acto ridículamente orquestado del aplauso para la “aprobación por aclamación” y reformar sus estatutos. Las históricas escenas de Stalin, Franco, Hitler y Ceausescu arribando a sus palestras en las magnas, numerosas y temidas asambleas de sus partidos para anunciar su perpetuidad por “la voluntad del pueblo bueno y sabio”, terminan reflejándose en los discursos que prorrumpe, muy digno y patriota, Alejandro Moreno contra AMLO.  Ahora, esas escenas y sus propias palabras le envuelven para terminar convertido en lo que se propuso destruir. Señoras y Señores, con ustedes el hombre “demócrata” que quiere defender a la democracia mexicana: Alejandro Moreno.