La clase política gobernante -no toda- lo que menos tienen es eso: clase. Entre escándalos de señalamientos por actos de corrupción o irregularidades en sus quehaceres, que son los más, gobernadores, alcaldes, diputados locales y federales o funcionarios de 5to nivel con una credencial o charola que les hace sentirse superpoderosos, protagonizan constantemente y en todo México los actos públicos mas deplorables y vergonzosos que su ridiculez les da. Si queremos hablar de ejemplos o de buenas personas, debemos de partir de lo que entenderán por “bueno”. Casi siempre es lo que asimilan que vieron en casa o donde se formaron y ni modo. El día de ayer circulo en la noticia de la detención del alcalde morenista de Axtla de Terrazas, Gregorio Cruz, presuntamente porque en estado de ebriedad golpeo a unos elementos de seguridad en Cancún, Quintana Roo. Nadie reniega que pueda tomar vacaciones. La ley se las permite. Inmerecidas o no. Tampoco que se pueda tomar una o dos copas, siempre y cuando las pague con su dinero, en este caso el que devenga como Alcalde. Pero de ahí a protagonizar espectáculos de comportamientos detestables agrediendo o infiriendo la ley en estado etílico, es muy distinto. La clase política es lo que menos tiene. Y no hablamos de todas y todos. Hay excepciones. Contadas, pero las hay. Desafortunadamente todas y todos se suman en el costal de vulgaridad y vergüenza. Convirtiéndose en el claro rechazo de lo que la sociedad vomita. Clase política sin eso, sin clase.