Hace 31 años la sociedad civil, empresarios, clase política priísta, su familia, amigos, profesionistas y universitarios -todas y todos y con unos cuantos empujones- entrelazaron sus brazos -tradición “político-priista” de tiempos mejores- para proteger a quien, a como fuera y con la única razón de recuperar la ciudad y el orden gritando “¡San Luis, San Luis, San Luis!”, debía y tenía que entrar a Palacio de Gobierno. San Luis Potosí prorrumpió en gritos de “¡Teófilo, Teófilo, Teófilo!”. Aquel 1992 los aplausos no se hicieron esperar cuando entraron a Palacio. Subieron al despacho de la esquina norte. Ya pocos entraron. 

Con uno que lo hiciera era suficiente para meterlos a todos: Teófilo Torres Corzo, Gobernador del Estado. Crónicas de ayer, más detalladas y mejor descritas, sobrarán. Una de ellas la de mi querido Jorge Saldaña a quién pido perdón por ganarle el inicio (confesión de amigos periodistas). Yo solo quiero escribirle al Licenciado Teófilo -si me permiten sus biógrafos- una página más: Desde 1985 -habían pasado 7 años- ni la situación política ni la social permitían el San Luis por todos buscado. Si Teófilo podía esa tarea había que apoyarlo, había que meterlo al Palacio. Y lo hicieron en aquel octubre de 1992. Y él los metió a todas y todos. 

Su espíritu conciliador y de buenas maneras -al mismo tiempo que prendía un cigarrillo- fueron, en menos de un año, suficientes para conjuntar a “istas” y “antis” (historia ya relatada hace tres días con la frescura del llanto emocionado).

En su gobierno y al Palacio él los metió a todas y a todos. Pero ayer otra vez me emocione. Todas y todos. 

Y ayer también me metió a Palacio de Gobierno a mí, después de tiempo. Y a todas y a todos. Y ayer, como hace 31 años, los que abarrotamos el patio central del Palacio de Gobierno volvimos a desgranar la ovación emocionada. Así recibimos al Exgobernador Torres Corzo. Los sentimientos se encontraron con las guardias que honraron la memoria del querido “Tío Tito” y el buen nombre de quienes las rindieron. Entre los del verde y panistas; entre priistas y morenos; entre empresarios y periodistas; y entre los que despachan ahí hoy y los que despacharon ahí ayer, los motivos de entrar, de llorar, de estar y de aplaudir fueron para y por un solo hombre. Si hace 31 años -frío octubre- con que don Teófilo entrara a Palacio fue suficiente para meterlos a todas y todos.

31 años después -frío octubre- don Teófilo lo volvió a hacer.  Y al final de la ceremonia lacrimosa -y con el permiso amoroso de amistad que sé me confían para usar su nombre- en ello coincidimos -y le agradecimos con la sonrisa, sabedores que no es el momento político- los priístas presentes Yolanda Eugenia González, Aureliano Gama, Helios Barragan, Martín Juárez, Joel Ramírez, Edmundo Torrescano y un servidor: "¡Y Teófilo nos volvió a meter!"