Tokio respira beisbol. No el de costumbre, el de las ligas locales o los peloteros que han emigrado en busca de gloria. No. Esta vez es diferente. Esta vez son Dodgers de Los Ángeles junto con sus estrellas japonesas Shohei Ohtani, Yoshinobu Yamamoto y Roki Sasaki los que han provocado una fiebre que parece haber convertido a Japón entero en una sucursal de Chávez Ravine. El 18 de marzo, cuando Dodgers se enfrente a Cubs de Chicago en el Tokyo Dome, la ciudad adquirirá una atmósfera pocas veces vista en la industria del beisbol. Desde hace meses los boletos disponibles a la venta en general se agotaron. No hay un solo rincón donde no se hable de lo mismo.  Las entradas se han convertido en piezas de colección con precios que desafían toda lógica. Un ticket para un simple juego de exhibición de los que sostendrá Dodgers en tierras asiáticas, se cotiza en 900 dólares. Una entrada en el mercado secundario para el primer encuentro de la temporada de la Major League Baseball (MLB) se puede adquirir desde 2,000 dólares hasta 20,000. Stan Kasten, presidente de los Dodgers, lo resumió con claridad. El estadio no tiene capacidad para 100 millones de personas, pero más o menos es la cantidad de japoneses que querrían ver a Shohei Ohtani, Yoshinobu Yamamoto y Roki Sasaki”. Los medios de comunicación en Japón reportan que las tiendas no pueden mantener en stock las franelas de Shohei Ohtani. Las zapatillas New Balance que el actual MVP de la Liga Nacional utiliza, escasean en los centros comerciales. El rostro del jugador de dos vías aparece en todas partes: edificios, comerciales, revistas, productos que no tienen nada que ver con el beisbol. Ohtani no es un jugador; es un imperio. Y ahora su equipo ha cruzado el Pacífico para reclamar su trono. FUENTE: EXCELSIOR