Vínculo copiado
Ambas partes, EU y Rusia, perdieron tiempo y esfuerzos pues quedó claro que no había avances para ninguno
10:04 sábado 16 agosto, 2025
MundoAlaska se convirtió en el epicentro de la noticia mundial. Los reflectores y los periodistas de todo el mundo llegaron a Anchorage para presenciar una cumbre que es histórica en todos los sentidos. Los mandatarios más poderosos del mundo se volvieron a ver las caras después de seis años de no hacerlo. La última ocasión fue en el G-20 de Osaka 2019. Ahora, lo hicieron desde suelo estadunidense, pero con una perspectiva distinta. El mundo cambió, los tiempos cambiaron y Rusia invadió a su país vecino. Nada ni nadie ha podido parar a Rusia en Ucrania. Los esfuerzos han sido innumerables. Ningún líder, mandatario o canciller ha sido capaz de persuadir a Rusia. Ninguna sanción o amenaza ha inmovilizado los ataques rusos en Ucrania. Rusia ha sabido navegar bajo presiones. No se encuentra aislada. Tiene aliados y socios. Occidente ha tratado de enviar armamento a Ucrania e imponer sanciones a Rusia, pero todo ha sido en vano hasta cierto punto.
Han sido más de tres años de una guerra que está dejando muertos, huérfanos, heridas y a dos países hermanos divididos por las balas, los misiles y la sangre. Ante esto, es importante lo que hemos presenciado en los últimos meses. La nueva llegada de Donald Trump al poder en Estados Unidos ha significado una esperanza para poder llegar a una resolución en una guerra que nunca tuvo que haber iniciado. Puede que el mandatario estadunidense haya hablado mucho, haya dicho muchas cosas y haya prometido demasiado, pero es el único que —con su influencia poderosa y modos— ha podido hacer posible una reunión que veíamos hace tiempo como inimaginable. Tuvieron que darse seis llamadas telefónicas, tuvieron que imponerse fechas límite y tuvieron que darse viajes a Moscú para persuadir al presidente Vladimir Putin. Rusia aceptó una cumbre con Estados Unidos. Los tiempos fueron próximos y la logística entre ambas administraciones se tuvo que dar a vapor. El furor se dio desde que se supo el lugar de la cumbre, pues era raro para una reunión de esa envergadura.
Alaska y Rusia se conectan con la historia. Alaska fue parte del imperio ruso hasta 1867 y después se vendió a Estados Unidos. Alaska fue rusa en su momento. Alaska volvía a ser parte de algo entre su pasado y presente con la cumbre que todos esperábamos. Todas las facilidades se dieron para que Putin pudiera verse con su homólogo estadunidense. Rusia no quería cruzar el Océano Atlántico o cruzar Europa. No quería complicaciones o dramas. Putin sólo tenía que viajar por el oriente ruso, por una parte del Ártico y cruzar el Estrecho de Bering para llegar a Alaska. No era complicado. A la par de los preparativos, fuimos espectadores durante toda la semana de los rumores, los análisis, las posibles locaciones dentro Alaska y los posibles resultados de la cumbre. La Casa Blanca hizo oficial que sería Anchorage la ciudad que albergaría el encuentro entre Trump y Putin. Horas después, los medios estadunidenses hicieron saber que la base militar conjunta Elmendorf-Richardson sería el punto de encuentro para los mandatarios. El set estaba listo.
Por otra parte, todo era sensacionalismo al salir información oficial de los canales del Kremlin y la Casa Blanca.
Desde el Kremlin, se dejó en claro que no estaba pactado nada y que no se firmaría nada. Era un encuentro para negociar. Desde la Casa Blanca, se comentó que había grandes expectativas, pero que nada era seguro. Donald Trump estaba decidido a negociar para que se acabara el conflicto bélico en Ucrania, pero no sabía si todo saldría como él lo suponía. Así pues, llegó este viernes tan esperado. Las expectativas eran altas. Putin viajó de Moscú a Magadán, para después volar hasta Anchorage. Trump viajó de Washington a Anchorage sin escalas. Trump esperó a Putin y lo recibió con un apretón de manos muy a su estilo. Al caminar para posar ante los fotógrafos, un avión espía B-2 y unos jets F-35 volaron arriba de ellos. En pocas palabras, un espectáculo de fuerza. Putin viajó en la limosina presidencial de Trump mientras admiraba los aviones de combate estadunidenses. Después, juntos fueron a sentarse a negociar. Reporteros y periodistas los esperaban. Putin se vio sorprendido ante las preguntas de la prensa libre. No pasó a mayores y las delegaciones negociaron 2 horas con 45 minutos.
La conferencia de prensa se dio con ambos mandatarios sin responder una sola pregunta. El resultado fue que hubo avances, pero que no se llegó a nada. La cara de Trump no se veía contenta, sino cansada y un poco enfadada. Ambos mandatarios se llenaron de elogios, pero no pasó nada sorprendente. Hubo invitación a Moscú y mensajes positivos, pero nada más. El lunch que estaba programado se canceló. Cada uno se fue para su casa. No hubo ningún acuerdo. No se logró nada. Sólo avances. Tal vez, hubiera sido mejor una llamada telefónica. Se perdió tiempo. Se perdieron esfuerzos. Fue más interesante lo que sucedió antes de las negociaciones que el resultado en sí. La cumbre que era histórica, no terminó en nada. Únete a nuestro canal de WhatsApp para no perderte la información más importante 👉🏽 https://gmnet.vip/7Be3H
Con información de Excélsior.