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Tanto en México como en Estados Unidos, los bancos centrales han señalado que están en una fase de decisión “data driven”
00:03 viernes 19 julio, 2024
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“Cuando la inflación es baja, sientes que sabes más sobre el futuro si estás mucho más dispuesto a asumir riesgos” Peter Bernstein, historiador económico. En los últimos dos años, los analistas y observadores del sector privado de distintos sectores dan un seguimiento más estrecho del usual al comportamiento de la inflación en México; ello, por el efecto evidente que ese indicador tiene en el comportamiento de la economía, pero, sobre todo, por ser el dato que más atención pone el Banco Central en México para efectos de la determinación de cualquier potencial cambio en la trayectoria de la política monetaria. Tanto en México como en Estados Unidos, los bancos centrales han señalado que están en una fase de decisión “data driven”; esto es, que sus decisiones estarán basadas exclusivamente en los datos que vayan recibiendo sobre el comportamiento de ciertas variables de la economía, particularmente de la inflación. Conviene recordar que la trayectoria de alza de tasas de referencia que se presentó de manera acelerada a nivel mundial, y que en México ha llevado a la tasa a niveles récord, se deriva específicamente de los intentos de la autoridad monetaria para frenar la inflación que se desató después de la pandemia, la cual a su vez fue provocada por desequilibrios tanto en la oferta como en la demanda de productos y servicios, así como asociada en los países con otros factores que generaron un crecimiento de los recursos disponibles para el consumo en los hogares y que alimentaron el crecimiento de los precios. Con el último dato de inflación reportado del mes de junio, en México se observan algunas tendencias que conviene destacar. Por un lado, aparentemente a nivel general se observa un movimiento casi lateral del índice nacional de precios del consumidor, pero con un alza respecto de la trayectoria de los últimos meses. Recientemente se ha observado un lento crecimiento de la inflación general, que contrasta contra una reducción sostenida prácticamente durante todo 2023 y lo que va de 2022, de la inflación subyacente, siendo esta última inflación, la que en teoría refleja mejor el comportamiento central de la economía. Sin embargo, lo que se observa es un proceso inflacionario muy significativo de la inflación no subyacente. Esta última, incorpora precios y tarifas que no responden teóricamente una pura lógica estructural de mercado. Por un lado, están los productos y servicios cuyo precio está sujeto a algún tipo de determinación oficial, por ejemplo, combustibles; así como productos que por su naturaleza cíclica presenta variaciones significativas de precios, asociadas a fenómenos externos como los climatológicos, tal como los precios de productos agropecuarios. Desde el año pasado, se ha observado una tendencia de aceleración de la inflación subyacente que, parecía, en algún momento empezó a mostrar control, pero que nuevamente se ha acelerado. Para entender la magnitud de este contraste, base señalar que, en el mes de junio, la inflación general mostró un comportamiento anualizado de 4.98%, siendo la subyacente de 4.13%, en línea con la trayectoria de disminución. Sin embargo, la no subyacente presenta un crecimiento anualizado de 7.67%. Los rubros con inflaciones sumamente elevadas son los relacionados con productos agropecuarios con una inflación anualizada del 10.36% y específicamente la de frutas y verduras, con una inflación de casi el 20%. Por otro lado, con los últimos datos disponibles respecto del consumo privado, se observa que prácticamente desde inicios de la pandemia, pasado el shock inicial, el consumo privado en México ha venido creciendo sistemáticamente y casi sin interrupción en los últimos cuatro años, con ligeras reducciones que no afectan la trayectoria general, ni muestran un cambio de tendencia significativo. Lo anterior implica que existe una presión muy importante en bienes que son de amplio consumo para las familias y que típicamente tienen un nivel mayor de participación en el gasto familiar de los hogares de menor nivel de ingreso; precisamente como son los productos agropecuarios, específicamente las frutas y las verduras. Es posible identificar que los incrementos sistemáticos que se han tenido al salario en los últimos años, que en los primeros años no tuvieron un efecto directo sobre inflación, hoy ya continúan empujando una demanda que, ante desequilibrios coyunturales de la oferta de ciertos productos agropecuarios, genera un efecto inflacionario complementario, como por ejemplo en el caso del chayote. Hay que recordar que, de acuerdo con datos estadísticos, típicamente la inflación cuando presenta distorsiones como las señaladas, tiende a tener un efecto más pronunciado sobre los hogares de menor nivel de ingreso. Esto es, que, aunque la inflación general anualizada al mes de junio sea del 4.98%, la inflación real que afecta a los hogares de menor nivel de ingreso es muy superior a ese dato, lo cual genera un efecto negativo sobre su capacidad de consumo. El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo de Mexicana de Becas. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares