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Dense cuenta: el presidente no se dispara en el pie. El presidente nos dispara, todos los días, a nosotros
00:02 sábado 12 febrero, 2022
Colaboradores
Desde 2018, el año de la victoria, el de la toma de La Bastilla, hoy convertida en un centro cultural con muchas estampas patrióticas y muchos huipiles, lo habré leído unas 2300 veces: “El presidente no se va a disparar en el pie”. Bueno, tengo que decirlo: estoy de acuerdo. Sé lo que van a decir. Que entonces qué onda con la clausura del aeropuerto de Texcoco, que costó una fortuna por sí sola; otra porque estamos construyendo el Felipe Ángeles, del que va a salir como cuatro vuelos cada 11 meses, si el clima no lo impide; y una todavía más grande por aquello de la inversión, que prefirió salir a las carreras. También me van a decir que entonces por qué desmanteló el sistema de adquisición y distribución de medicamentos, con el subsecuente desabasto, una novedad en el México de las últimas décadas. Para no hablar de la pandemia: 600 mil muertes, rachas terribles de hospitales a tope, récords de contagios, y se empeña en negar la gravedad del bicho, o más bien de los dos bichos: el virus y el Doctor Muerte, al que mantiene en su puesto y piropea con un amor que se diría reservado a las gorditas de chicharrón. ¿Y qué tal la política exterior? ¿Qué con el empeño en no reconocer a Biden, en nombre del amor por Trump, el Macedonio WASP? ¿Y el conflicto con Panamá? ¿De veras se justifica un conflicto bilateral para imponer a una insignificancia acosadora como Salmerón? Ya de la pausa con los españoles mejor ni hablar. Como mejor no hablar de la necedad con Pemex, con la contrarreforma eléctrica y con los abrazos y no balazos: miles de millones de dólares a la basura y las elecciones en manos del narco, entre cuerpos colgados y adolescentes muertos. Y sí, todo eso es cierto. Una verdad como una catedral. Pero, si lo piensan, al presidente, todo eso, no le significa ni medio problema. El presidente vive escoltado y en un palacio carísimo, como su esposa y su hijo pequeño, y dedica el dinero público a viajar en busca de la tlayuda perdida, inaugurar cuanta cosa con el ejército y tirar milmillonadas en elefantes blancos que, supongo, imagina como monumentos vivos y activos a su mayor gloria, la gloria de un prócer de estampa de papelería y libro de texto. Con una impunidad sin fisuras, usa el dinero del país, pues, para lo que siempre soñó: un sexenio de ocurrencias carísimas y ajustes de cuentas con todo lo que odia, que es mucho: los medios, Felipe Calderón, España, los demócratas gringos, Rosario Robles, la clase media, tres cuartas partes de los empresarios, la educación que no sea tipo CNTE, los científicos y los intelectuales.
Así que, de veras, amigas, amigos, dense cuenta: el presidente no se dispara en el pie. El presidente nos dispara, todos los días, a nosotros. Sigan al doctor Patán para una vida con más autoestima y menos autoengaño.
POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09