El presidente dijo que Lenia Batres le cae espectacular. Que es lo que hace falta, porque, remató, muchos dicen ya que es la “ministra del pueblo”. ¿Será? ¿Qué méritos tiene doña Lenia para recibir semejante título? Más importante: ¿Cómo, según el presidente, es el pueblo? Respecto a Lenia, la señora ministra, no es realmente mucho lo que sabemos. Sabemos lo que dijo en ese video vecinal, lo de “hija de su putísima madre”. Sabemos, también, cuáles son sus logros académicos. De entrada, una licenciatura en Derecho en la Universidad Humanitas, que, según anuncia en su página Web, tiene “costos y horarios accesibles”, lo que la hace un producto de la educación privada; que luego agarró una maestría en Gestión Pública por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, que como sabemos fundó el hoy Segundo Presidente Más Popular del Mundo; y que está en el proceso de amacizar un doctorado por la Escuela de Administración Pública de la Ciudad de México. También sabemos que ha chambeado. Sabemos que fue directora general jurídica de la delegación Cuauhtémoc, por ejemplo. Y sobre todo sabemos que le militó con ganas. Morena, debemos entender, no hubiera amarrado tan fuerte en Tultitlán sin ella. Fue asimismo asesora del hoy presidente en el ex DF y chambeó con Claudia Scheinbaum en Tlalpan. En cuanto al pueblo, sabemos que el presidente considera que está compuesto por “solovinos”: llegan solitos a las marchas y mítines. También sabemos que sus componentes son como animalitos: tienes que darles de comer si ves que tienen hambre. Lo que se viene a llamar “humanismo mexicano”, pues. También sabemos que es más solidario cuando no tiene estudios: los no estudiados, nos informó, aman a Morena. Y a él, sobre todo. Sabemos, por fin, que le gusta cuidarse con detentes y que está padre darle mordiscos en los cachetes cuando hay una pandemia, particularmente a las niñas. Ah, y que sus métodos de producción de riqueza son la esencia del modelo de desarrollo 4T. Ahí tienen el trapiche de Gilberto, que el presidente usó como ejemplo de la “economía popular”. Diez varos el vaso, canijos. El caballo se ve medio apachurrado, pero se entiende. Es el motor de la empresa, explica el líder, y probablemente trabaja más que el propio Gilberto. Uno tiene ganas de decir que el pueblo es una cosa mucho más diversa, sofisticada, variopinta, de lo que sugieren las palabras del presidente. Dan ganas también de recordar que hay mucha gente que logra perseguir y ganarse la chuleta sin tantos padecimientos como los que uno intuye en Gilberto, al que cabe desearle mejores condiciones de vida que las que deja ver ese video. No lo haremos. Nos limitaremos a decir que el presidente, con lo que dijo de la “ministra del pueblo”, dio una muestra categórica de congruencia con sus principios. POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09