El Partido Republicano, tras tener todas las encuestas a su favor, se quedó con una estrategia fallida en su objetivo de detener la agenda nacional del presidente Joe Biden y con ello sepultar los dos años restantes de su mandato en la historia nortramericana, pues con los resultados obtenidos en estas elecciones, no logra mayoría en el Senado y mantiene una ligera diferencia contra el Partido Demócrata en la Cámara baja. Pero antes del análisis, hagamos un recuento de las elecciones de medio término. En el sistema electoral de los Estados Unidos, se realiza una renovación del Congreso exactamente a los dos años de haber iniciado un periodo presidencial. Dicho Congreso está compuesto por dos Cámaras: la de Representantes, formada por un total de 435 personas con periodos de dos años y que se encargan de crear leyes y decidir cuáles serán votadas; mientras que la Cámara de Senadores se integra por dos personas por estado, para tener un total de 100 senadores con períodos de 6 años y cuyas facultades son aprobar o bloquear leyes y nombramientos hechos por el Presidente; es decir, ser su brazo derecho en el ejercicio del poder. Ahora bien, con los comicios realizados el pasado 8 de noviembre los resultados apuntan a que la Cámara de Representantes se queda con una ligera mayoría favoreciendo al Partido Republicano, con las actas computadas y al día de hoy, se tienen 217 escaños sobre 205 del partido Demócrata, el resto aún se sigue contando. En tanto, el Senado se encuentra con 49 peldaños para el partido Republicano y 48 para el partido Demócrata, teniendo dos escaños para partidos pequeños, de manera que ninguno de los partidos alcanza la mayoría de 51 razón por la cuál, si alguna decisión quedara en empate, el voto de calidad lo ejerce la vicepresidenta Kamala Harris. Sin embargo y como sucede normalmente en los comicios de ese país, hay estados clave que deciden el resultado final, tal fue el caso de Georgia que tendrán una segunda vuelta el 6 de diciembre dado que ninguno de los candidatos obtuvo mayoría, o como fue el caso de Nevada, en donde la candidata tuvo fuertes posicionamientos contra el ex presidente Donald Trump por su incitación a los disturbios del Capitolo el 6 de enero de 2021.

Así pues, los resultados son evidentes, pues por una parte a Joe Biden le fue mejor de lo que él mismo esperaba a pesar de un mandato lleno de dificultades por la pandemia, por el descontrol social y por los conflictos internacionales tanto en Ucrania como en Irán. Por otra parte, estos resultados también implican un revés a la estrategia de Donald Trump, pues pudo sentir de primera mano que a pesar de continuar con su campaña de provocaciones y división, ésta ya no causa los mismos efectos en la sociedad norteamericana. Así pues, estos resultados implican para el concierto internacional nuevos caminos, por una parte la guerra ruso-ucraniana puede tomar otro rumbo, pues los demócratas seguirán apoyando con armamento al ejército de Zelensky y le dará nuevamente poder para hacer frente a Vladimir Putin, que dicho sea de paso, tenía todas sus esperanzas en que el partido Republicano ganara el Congreso.

En el mismo sentido, las últimas decisiones del gobierno norteamericano para bloquear diplomáticamente a personal de Irán por las represiones sociales de aquel país, seguirán aumentando. Mientras tanto, para México en particular, estos resultados reflejan nuevamente el poder del voto latino y compatriota en Estados clave como California, pero hay que recalcar que la relación bilateral no se encuentra en su mejor momento, pues los comentarios del Presidente Lopez Obrador no han sido los más acertados y ha sido evidente que la política exterior no es tema prioritario para este sexenio. Finalmente, queda claro que  lo sucedido en estos comicios tendrán un impacto muy fuerte en la cotidianidad de los norteamericanos, pues tienen temas en la agenda pública aún sin resolver, como el aborto y el control de armas; pero también representa un reto global ante un mundo cada vez más cambiante y complejo.