Durante décadas, una de las motivaciones no-declaradas, pero efectivas de la diplomacia mexicana fue impedir que Brasil se pusiera a la cabeza de América Latina como parte de su proyecto geopolítico. Claro que se trataba del Brasil a veces militarista y a veces sólo hegemonista; un país con una diplomacia determinada por la búsqueda de status.  "Todos los gobiernos brasileños, desde que la nación se independizó en 1822, han compartido una aspiración clave de buscar un papel global influyente para su país.... Brasil cree que tiene derecho a este estatus de alto nivel basado en su percepción de los argumentos tradicionales de tamaño continental, recursos naturales y perfil económico", señaló en 2020 un reporte del King's College de Londres. Y durante años, México fue una piedra en el zapato. Ahora, la anunciada visita del presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva irá a Washington para entrevistarse con el mandatario estadounidense, Joe Biden, a mediados de diciembre, provocó una ola de especulaciones. Lula da Silva tomará posesión el 1 de enero de 2023 y al hacerlo llevará consigo también las esperanzas de una integración latinoamericana que, pese a las declaraciones y hasta las intenciones del presidente Andrés Manuel López Obrador parecería excluir a México, al que ven como parte de América del Norte. Lula es considerado ahora como el lider de la izquierda latinoamericana, al poner su prestigio personal y el peso específico de su pais al frente de una "marea rosa" disímbola y divergente. Pero su encuentro con Biden, días antes de tomar posesión, crea nuevas expectativas en torno a la vieja ambición brasileña de ser considerado como hegemón regional. "Quiero hablar con él (Biden) sobre las relaciones Brasil-Estados Unidos, el papel geopolítico de Brasil en el mundo, la invasión en Ucrania, no hay necesidad de una guerra", afirmó Lula en declaraciones consignadas por la agencia Reuters.  Lula da Silva ha expresado abiertamente su intención de "restablecer el prestigio brasileño" y su papel en el mundo, que ciertamente no se vería debilitado si logra consolidar una alianza con al menos el resto de los países de la masa sudamericana. Brasil es el principal socio comercial de China en América Latina, y si no aliado si un interlocutor privilegiado desde la creación hace más de una década del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Por si solo, Brasil es una de las 20 economías más grandes del mundo, es el cuarto país en extensión territorial –tiene frontera con 10 países de Sudamérica–, el sexto en población.  El único otro viaje de Lula da Silva antes de su toma de posesión será a Argentina, donde a querer o no se verá en medio de la pugna de poder entre el presidente Alberto Fernández –que en su momento lo proclamó como el líder esperado por la izquierda latinoamericana– y la vicepresidenta Cristina Fernandez (Viuda de) Kirchner. POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

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