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Las dos potencias militares y competidoras geopolíticas, abordan lo que bien podría acabar en una repartición del territorio ucraniano
00:02 miércoles 19 febrero, 2025
ColaboradoresLa imagen difícilmente podría ser más perturbadora: Estados Unidos y Rusia en negociaciones sobre el futuro de Ucrania sin la participación del gobierno ucraniano o de las naciones europeas, que se congregan a su vez en París para discutir la situación.
En alguna medida, parece un ejercicio de realpolitik: las dos potencias militares competidoras geopolíticas históricas y además ideológicas durante la Guerra Fría abordan lo que bien podría acabar en una repartición del territorio ucraniano mientras los líderes de los principales países europeos contemplan desde lejos.
Después de todo, durante los últimos 75 años, Estados Unidos fue la piedra angular de la defensa europea frente a una Rusia que por 60 años, de 1970 a 1990, fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y cabeza de una coalición de países y movimientos que presuntamente buscaban instaurar el socialismo en el mundo.
El final de la "Guerra Fría" presenció la disolución de la URSS y aseguró la absoluta, pero temporal, hegemonía estadounidense. "La nación indispensable", como la definió la Secretaria de Estado Madeleine Albright en los años 90.
Pero los años posteriores presenciaron, por un lado, el creciente deterioro del sistema político estadounidense, que sin enemigo externo se revolvió contra sí mismo en torno a problemas históricos sin resolver mientras surgían nuevos competidores regionales, notablemente China, hoy su principal rival político y económico.
Rusia por su parte enfrentó un periodo de inestabilidad económica y política, pero ya a fines de los 90 y principios de la década de los dos mil comenzó a perfilarse la figura de Vladimir Putin, que se constituyó en un "hombre fuerte" que dio nuevos alientos al nacionalismo ruso y parece empeñado en reconstruir lo que se perdió, o al menos restablecer su entorno de seguridad.
La reciente elección y ascenso al poder de Donald Trump, con una visión nacionalista y tendencias autoritarias propias, confirmó la tendencia estadounidense a alejarse de su papel de garante del orden mundial y de hecho desde la llegada de Trump sus principales choques han sido con socios comerciales y aliados.
El fin de semana, tanto el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance como el secretario de Defensa, Peter Hegseth, crearon alarma en Europa, uno al poner en duda su respaldo a Ucrania y aquel con una dura crítica a los límites europeos a la libertad de expresión de la ultraderecha pronazi.
A reserva de lo que resulte de las conversaciones entre el secretario de Estado Marco Rubio y el Ministro de Asuntos Exteriores Sergueí Lavrov en Ryad, y que podría ser el antecedente de un nuevo reparto de zonas de influencia, la Unión Europea, fracturada como está a propósito del apoyo a Ucrania, queda ahora en la disyuntiva de hacerse cargo del respaldo económico y militar a la nación euroasiática o admitir en lo práctico la hegemonía rusa en el continente.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
@CARRENOJOSE