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De todas las reformas impulsadas por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, la de mayor calado -para bien o para mal- es la que transformará al Poder Judicial. La elección del próximo domingo será recordada por ello
00:02 miércoles 28 mayo, 2025
ColaboradoresEs paradójico, por decir lo menos, que la más trascendental de las reformas, la que mayor rompimiento implica con el pasado, con el statu quo, sea la que más apresurada y sobre las rodillas parece haber sido preparada.
La urgencia y la prisa son siempre malas consejeras, sobre todo cuando son innecesarias. La así llamada Reforma Judicial no necesitaba esas premuras, porque sus motivos y sus pretensiones son tan relevantes, de tal importancia, que merecerían un mejor trayecto y, por ende, un mejor destino.
Quienes promueven y quienes desalientan hoy el voto lo hacen a partir de visiones unipolares y mutuamente excluyentes: unos parten de la premisa de que la justicia en México era, o es, sólo para unos pocos y que requería democratizarse para llegar a todos. Los que se oponen a la reforma -y a la elección-, parecen partir de que teníamos un sistema judicial operante, funcional, correcto, justo incluso.
Pero ni lo uno ni lo otro. El debate de lo nacional se ha visto tristemente rebajado por los respectivos bandos de los apocalípticos y los alelúyicos, pero no por ello debemos olvidar que las grandes transformaciones podrán iniciar de golpe, pero se consolidan en el gradualismo, como cualquier buen estudiante de historia podría constatar revisando lo mismo la Independencia, la Reforma, la Revolución o la Reforma Agraria, por no hablar del proceso más serio y sustentable de institucionalización, y el encabezado y dirigido por Calles hace poquito menos de un siglo.
Así pues, el urgente y grave estado de la procuración y de la impartición de justicia en México, eso que los ilustrados llaman Estado de Derecho, necesitaría mucho más y al mismo tiempo mucho menos de lo planteado en la reforma que se ve encarnada en la elección del domingo próximo.
Mucho más porque no puede haber Estado de Derecho cuando policías, fiscalías y ministerios públicos son inoperantes en el mejor de los casos, herramientas políticas en el peor. Y mucho menos porque, aunque tal vez -tal vez-, se requería descabezar al aparato del Poder Judicial Federal, no era necesaria una intervención tan agresiva e invasiva.
Y finalmente, porque la elección de los jueces (como la de los fiscales o jefes de policía, que se estilan en EEUU) son antitéticas a un auténtico estado de libertades y garantías en que las minorías encuentren también representación y defensa.
Posdata
Con motivo del centenario del nacimiento de Rosario Castellanos Figueroa se han dado los más variados homenajes y reconocimientos: desde los círculos de lectura hasta las aulas universitarias, desde los jardines de niños hasta los organizados por el Gobierno de la República.
No tengo palabras para expresar mi emoción, orgullo y agradecimiento a quienes la recuerdan, la conmemoran, la leen y la releen.
POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS
@GABRIELGUERRAC