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Un plan de ajuste que aviva la discordia
21:20 jueves 28 agosto, 2025
MundoFrancia se prepara para vivir una nueva turbulencia política mientras el primer ministro centrista François Bayrou enfrenta una prueba decisiva de supervivencia. La extrema derecha y la extrema izquierda francesas rechazaron esta semana un acuerdo de compromiso propuesto por Bayrou para apoyar su plan de recorte de gastos públicos, tildándolo de “demasiado tarde”.
El propio Bayrou ha vinculado su futuro al resultado de una moción de confianza convocada para el 8 de septiembre en la Asamblea Nacional, en la que se jugará el todo por el todo tras meses de estancamiento en las medidas para contener la creciente deuda pública del país.
Un plan de ajuste que aviva la discordia
Bayrou, aliado del presidente Emmanuel Macron, asumió el cargo en diciembre pasado luego de la caída del anterior gobierno. Ahora ha puesto en juego su continuidad con un impopular plan de austeridad de casi 44 mil millones de para frenar el déficit público (5.8% del PIB en 2024) y encauzarlo por debajo del 3% que exige la Unión Europea.
Entre las medidas propuestas figuran la eliminación de dos festivos nacionales, la congelación del gasto social y de los umbrales impositivos en 2026 al nivel de 2025 (sin ajustes por inflación). Bayrou defiende este duro “esfuerzo colectivo” alegando que “no se trata de austeridad, sino de responsabilidad”.
Sin embargo, las medidas de ajuste han sido recibidas con fuerte resistencia. Sindicatos, líderes opositores y buena parte de la opinión pública advierten que el plan golpea a las clases medias y trabajadoras en plena crisis del costo de vida.
La popularidad de Bayrou se ha resentido: solo cerca de una cuarta parte de los franceses aprueba su gestión, según encuestas recientes. La perspectiva de suprimir feriados y congelar prestaciones sociales encendió las alarmas de la izquierda, mientras que la derecha populista denuncia que el gobierno centrista “hace sufrir” al pueblo con recortes.
La sola convocatoria del voto de confianza incluso sacudió los mercados financieros, con caídas bursátiles y alza del coste de la deuda pública ante la incertidumbre política.
La extrema izquierda y la ultraderecha, unidos contra Bayrou
La respuesta de la oposición fue contundente. “Demasiado tarde. Señor primer ministro, ha perdido muchas oportunidades para elaborar un presupuesto que beneficie al pueblo francés”, declaró Sébastien Chenu, vicepresidente del Agrupación Nacional (RN), en la cadena TF1, subrayando que su bancada no lo apoyará.
Por su parte, el coordinador de La Francia Insumisa (LFI), Manuel Bompard, anunció que su grupo ni siquiera participará en las negociaciones convocadas: “Por lo tanto, no tenemos intención de participar en la operación de rescate que el primer ministro está intentando poner en marcha”, escribió en la plataforma X.
El rechazo se extiende también a fuerzas más moderadas. Los socialistas y los ecologistas también adelantaron su voto en contra, dejando al bloque oficialista (unos 170 escaños) muy por debajo de la mayoría absoluta de 289 diputados.
Ni siquiera la derecha tradicional (Los Repúblicanos, ~60 escaños) garantiza apoyos: está dividida, y muchos de sus parlamentarios supeditan cualquier voto favorable a concesiones de última hora en inmigración o seguridad, algo inviable a contrarrelojelectomania.es.
Consciente de su precaria situación, Bayrou admitió que solicitar el veredicto del Parlamento era arriesgado, pero insistió en que era necesario. “Sí, es arriesgado, pero es aún más arriesgado no hacer nada”, argumentó en conferencia de prensa al explicar su decisión. Pero ni sus llamados a la responsabilidad lograron ablandar a sus detractores.
Hacia un desenlace incierto: ¿nuevo gobierno o elecciones?
Si Bayrou pierde la moción el 8 de septiembre, deberá presentar su dimisión junto con todo su gabinete, abriendo la puerta a una nueva crisis de gobierno.
El presidente Macron tendría entonces dos opciones difíciles: designar a otro primer ministro o disolver el Parlamento para convocar elecciones legislativas anticipadas. La primera alternativa luce poco viable, pues con un Parlamento tan fragmentado cualquier nuevo gobierno correría la misma suerte rápidamente.
No extraña que el RN de Marine Le Pen pida abiertamente la disolución; incluso dentro del oficialismo el ministro Gérald Darmanin ha admitido que un adelanto electoral “no puede descartarse” ante el estancamiento actual.
Ir a las urnas nuevamente conllevaría grandes incógnitas. Diversos sondeos señalan que entre el 56% y el 69% de los franceses desea elecciones anticipadas para renovar la Asamblea.
En al menos una encuesta, la Agrupación Nacional de Le Pen figura ya como el partido más votado para liderar el próximo gobierno, aunque sin lograr una mayoría absoluta propia. La Francia Insumisa de Mélenchon mantendría un peso importante, pero la fragmentación y los vetos cruzados auguran dificultades para formar un gobierno estable.
La alianza centrista de Macron, por su parte, se arriesga a quedar relegada al tercer puesto en un Parlamento aún más polarizado.
Mientras tanto, el clima social sube de tono. Una plataforma antigubernamental denominada “Bloquons tout” (“Bloqueemos todo”) ha llamado a una huelga general el 10 de septiembre —dos días después del voto— para protestar contra los recortes, con el respaldo de sindicatos de izquierda.
Este ambiente evoca al movimiento de los “chalecos amarillos” de 2018, surgido del hartazgo ante el alza del costo de vida, y augura un otoño caliente en las calles, independientemente de lo que ocurra en el Parlamento.
La historia reciente ofrece un precedente aleccionador. La caída de Bayrou sería el segundo gobierno derribado en menos de un año: en 2024 Macron ya perdió a su primer ministro, Michel Barnier, tras solo tres meses en el cargo, pese a haber convocado elecciones anticipadas que no resolvieron la ingobernabilidad.
Bayrou asumió con intención de tender puentes, pero su gabinete minoritario sobrevivió únicamente gracias a abstenciones tácticas del RN en votaciones clave. Ese equilibrio precario se ha roto. Bayrou enmarcó la disyuntiva preguntando si los diputados “están del lado del caos o de la responsabilidad”.
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Sea cual sea el resultado del 8 de septiembre, Francia encara un paisaje político alterado. Si Bayrou lograra sobrevivir contra pronóstico, quedaría gobernando en minoría bajo asedio; y si, como casi todos anticipan, su gobierno cae, el país se encaminará a elecciones anticipadas, con una extrema derecha en auge y una izquierda radical fortalecida poniendo más a prueba la resiliencia de la V República.
Con información de Excélsior