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En la semifinal de 1999, Diego Latorre levantó una que parecía perdida para Cruz Azul ante América. Pidió que le infiltraran para que pudiera jugar
09:03 jueves 5 diciembre, 2024
Deporte Nacional e InternacionalEl genio de Diego Latorre levantó una semifinal que parecía perdida para Cruz Azul ante el América en 1999. Antes de eso, en el vestidor de Cruz Azul había mucho ruido. Todos hablaban sin control. Al entretiempo el partido estaba empatado a un gol. Apartado, en una esquina, Diego Latorre pidió al doctor que le aplicara una infiltración para que pudiera jugar. Sufría un desgarro y el técnico Luis Fernando Tena había decidido no exponerlo, pero la urgencia era mucha, a La Máquina le quedaban 45 minutos de vida. La nostalgia es tal, que muchos aficionados recuerdan el pelo al viento de Latorre corriendo con los brazos abiertos, la boca en éxtasis y los ojos en fuego para celebrar el gol que eliminó al América. Contradicciones de la vida, esa alegría fue la última en 25 años dentro de una Liguilla. “Sólo recuerdo que el primer balón que toqué, lo metí con la cabeza a la portería. Estaba emocionado. Pocas veces en mi vida sentí una palpitación similar. Faltaban 20 minutos, pero nos sentíamos ganadores”, recordó Diego Latorre. El propio gesto de Luis Fernando Tena al caer el gol con el puño al aire y diciendo ‘lo tenemos’, señalaba el camino de Cruz Azul. El ingreso de Latorre fue terminal en aquella serie, tan sufrida. La ida culminó sin anotaciones y en la vuelta, padecieron a los 23 minutos la expulsión de Mauro Camoranesi, quien se fue cubierto por su propio llanto al sentir la injusticia de una decisión arbitral. “Me sentía en deuda con mi equipo. Fue una jugada circunstancial, en aquellos años no existía el VAR, pero estaba seguro de no haber tocado a mi rival”. Compañeros como Pinheiro y Guadalupe Castañeda le animaron a seguir con la cara arriba. ‘Animo, que nosotros lo vamos a sacar adelante, no te preocupes’, le recordaban al abrazarlo y con cachetadas suaves como las que dan los hermanos mayores. El silbante fue Felipe Ramos Rizo, quien después marcó un penal a favor de Cruz Azul. Francisco Palencia se acomodó la cola de caballo y engañó a Adolfo Ríos. No obstante, la alegría duró poco. Antes del descanso compareció Braulio Luna al ganarle el salto a Óscar ‘Conejo’ Pérez en una salida absurda del portero. La sensación es que aquel equipo de Cruz Azul tenía una firme declaración de intenciones por ganar siempre, sin importar el rival, lo que se conoce como carácter. De eso le sobraba a Diego Latorre quien entró de cambio y en su primera diagonal quedó en medio de la pésima marca de Pável Pardo y Alberto García Aspe para tocar suavemente con la cabeza un centro de Omar Rodríguez y, con ello, finiquitar el partido. Algo sobre lo que pesan 25 años. FUENTE: EXCELSIOR