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Por el año de 1997 un tal Andrés Manuel López Obrador, entonces dirigente del Partido de la Revolución Democrática...
00:02 domingo 6 noviembre, 2022
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Por el año de 1997 un tal Andrés Manuel López Obrador, entonces dirigente del Partido de la Revolución Democrática apuntaba como “logro mas importante fue la autonomía del IFE, la forma en cómo se llegó a tener consejeros, …, porque no pudieron ellos tener el control, ya no tienen la mayoría en el Consejo del IFE. No solo dejó el IFE depender de gobernación, se cortó el umbilical, sino que ya el órgano de dirección del IFE se formó tomando en consideración la opinión de los partidos de oposición” Eso decía el que ha perdido el nombre por no cumplir con surtir medicamentos, pero hoy es otra cosa, igualito que con aquello de que el ejército regresaría a sus cuarteles, hoy lo quiere en las calles. Y que conste la oposición BOE es la Guardia Nacional si no a que la seguridad del país este en manos de los militares. Pero esta fue otra de sus mentiras, de sus engaños. Gran parte de quienes irán a las urnas en el 2024 no conocieron la intensa competencia política, la lucha que tuvo lugar en las últimas décadas del siglo pasado y que fue gracias a estas que se lograron una serie de reformas electorales y permitirían una competencia entre los partidos, pero sobretodo terminar con los apoyos y autoritarismo del partido en el poder, el Pri, y su jefe máximo, el Presidente de la República. Hoy la llegada de un autoritario al poder, con un desfase de años en su cabeza y con su mirad puesta en perpetuarse en este, porque si bien quizás no pretende reelegirse y seguir viviendo en su palacio nacional, y se irá a “la chingada”, como lo ha anunciado, es un hecho que desde su rancho pretende manejar a quien ocupe el poder ejecutivo, al legislativo y al judicial. Su aspiración sin duda es convertirse en “El jefe Máximo” al puro estilo de Plutarco Elías Calles. Por esto quiere destruir al INE, pero no es todo, también quiere o pretende, al desmantelar la democracia, seguir debilitando a las instituciones y terminar por desaparecer todo vestigio de autonomía de estas y controlar las elecciones de todo el país, como antaño el Pri y su jefe. Así lo ha hecho con la CNDH y con la FGJ, vamos quiere desaparecer todo aquello que pudiera defender o levantar la voz como representación ciudadana. Pero quiere también el dinero del INE, sus edificios, sus recursos y por eso propone bajarle 11.000 millones de pesos a los partidos políticos del financiamiento ordinario que se les entrega cada año. Aunque esto dejaría a los partidos políticos de oposición sin recursos, en comparación con los candidatos oficialistas que tendrían ventaja y además entregaría al manejo sucio de las campañas. Y bien sencillo entenderlo propone que haya 300 diputados elegidos en listas partidarias ya sin los 200 plurinominales, o más bien ya solo habría plurinominales. Esto le da todo el poder a los partidos sobre la elección de diputados, ya que los ciudadanos elegirían listas y no diputados. Y también propone que la elección de los miembros del INEC, como le pretende llamar, y magistrados del Tribunal Electoral sean por voto popular. No se habla de requisitos ni preparación alguna de los consejeros. Es peligrosa porque los consejeros dejan de ser técnicos para volverse políticos, pues quien además los controlaría pues él los propondría. Y del padrón electoral y de la credencial de elector, regresaría a dónde, a gobernación o cualquier instancia controlada por él. Hay que recordar que desde 1990 se acabaron los electores “rasurados” y con los “muertos votantes”. Arrebatarle el padrón al INE significaría suprimir la principal herramienta de certeza en las elecciones. Y las casillas al desaparecer los órganos estatales se decidirían desde el centro y por tanto los aliados en los estados serían nuevos estilos de caciques o iguales, pero caciques al fin de cuentas. Entonces lo que realmente pretende López Obrador es regresar al viejo Pri, de donde emergió, ahora bajo el título de morena o en una o varias traiciones de “primor”, lo que quiere es acaparar, quedarse y manejar a su arbitrio el proceso electoral. Y claro quedarse con el recurso del INE, que no es mucho si se compara con los 360 mil millones de pesos de “Dos Bocas”; 331 mil,996 millones del “Tren Maya”; 224 mil millones para Pemex; y 104 mil millones para su aeropuerto Felipe Ángeles. El costo del INE, de la democracia, es de 14 mil 439 millones de pesos. Pero quién votaría por esa propuesta que entierra las aspiraciones de una Rosario Ibarra (la luchadora, no la de CNDH); de Manuel Clouthier o del mismo Cuauhtémoc Cárdenas, quienes pretendieron abrir el país a la democracia, del respeto al derecho ciudadano de elegir a su gobernante o representante, de acabar con la hegemonía del partido único que gobernaba el país. Traicionaría la dirigencia del Pri su transformación para pintarse de morado porque cavaría la tumba tricolor. O el Verde y el PT se jugarían su existencia por seguir siendo “las prostitutas” de los antojos de López Obrador y entregarse ya sin recato por unos pesos, también condenados a desaparecer cuando el habitante de “la Chingada” lo quiera. El INE cuenta con una credibilidad y una mucho mayor popularidad que la del presidente y eso que López Obrador paga sus encuestas. El INE puede ser perfectible y su normatividad también, pero de darse el retroceso con la supuesta reforma de López, solo sus candidatos serían los más votados, los árbitros estarían bajo la tutela del gobierno, adios a la lucha por la neutralidad, la independencia y la autonomía de un órgano que costó sangre porque era necesario para construir la democracia con la que obtuvo el triunfo Obrador. Hoy quiere matarlo, no debemos, no podemos permitirlo. Vamos por “El INE VIVE, LA DEMOCRACIA SIGUE”.