La baja producción de alimentos a causa de la sequía provoca el encarecimiento de precios de productos de la canasta básica, pero a su vez, este factor compromete la salud de la población que se ve orillada a cambiar su alimentación derivado de esta crisis, alertó Gabriela Cilia López, investigadora de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP). “Todo lo que se relaciona con el ambiente impacta en la salud: la baja disponibilidad de lluvias compromete la producción de alimentos, esto hace que se encarezcan los precios y que la gente con menos ingresos económicos sea la más afectada de manera directa”. En entrevista, expuso que la producción de alimentos en el país depende de la época de lluvias, pues el 80 por ciento se produce en zonas de temporal, lo que hace que las personas dependan de la disponibilidad de lluvias. “Los campesinos aprendieron a manejar estos ciclos de lluvias manuales, el problema es que ahora con estas variantes climáticas que se han presentado a lo largo de los últimos 30 o 40 años, les ha dificultado hacer estas previsiones porque tienen que responder a variantes más rápidas y eso ha provocado las pérdidas de las cosechas, por esta baja capacidad de respuesta ante este escenario” La falta de agua ha provocado que se encarezcan los precios de los alimentos de la canasta básica hasta en un 60 por ciento a comparación del año pasado, porque la producción es baja y no se da abasto para cubrir las necesidades de la producción, eso le pega a los bolsillos de las familias más pobres que no pueden solventar estas respuestas tan rápidas y por ende, tienen que cambiar su alimentación, explicó. “Si de por si era básica, la cambian alimentos procesados, ahora bien, esto ha impactado también en el precio de estos alimentos porque hemos visto que las compañías que se dedican a hacer pan también han tenido que subir sus precios por el aumento generalizado de los alimentos que se consumen en la canasta básica”. Puntualizó que el impacto se da a la salud porque la base para gozar de buena salud está en una buena alimentación equilibrada y suficiente. Si bien comentó que el problema es generalizado, este se marca más con los sectores más vulnerables como los niños y los ancianos, además de las mujeres embarazadas, ya que, por ejemplo, impacta en la capacidad intelectual de los niños. “Esto debe de tomar los focos rojos sobre todo del sector salud porque está cuestión de una mala alimentación, el efecto no se ve en corto plazo (…) pero están consumiendo alimentos de baja calidad hace más propensa a la población a padecer sobrepeso y obesidad, ese es el efecto inmediato”, enfatizó.