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Escribir sobre Israel en el contexto actual es un acto de valentía
00:01 viernes 24 octubre, 2025
Colaboradores
Escribir sobre Israel en el contexto actual es un acto de valentía, una acción a favor de la defensa de la realidad y la legitimidad de un Estado en medio de narrativas polarizadas y manipuladas… Para poder estar en sincronía, más allá de imágenes y hechos tendenciados, hacerlo requiere coraje intelectual.
La causa Palestina ha caído desde hace tiempo en el dinero e interés de Irán, en grupos de fanáticos religiosos que creen tener a Dios de su parte y, por tanto, se atreven a cualquier salvajada creyendo ser dueños de la razón. La verdad se construye sobre hechos históricos, legales y políticos… aunque a muchos no convenga, no es relativa y no se moldea al capricho de discursos ideológicos o de intereses estratégicos externos.
Precisamente esa verdad es la que ha motivado este artículo, algo que ha estado en planes y que preferí hacer después del 7 de octubre, fecha que marca un punto de inflexión en la visibilización del conflicto y en la percepción internacional de la región. Tras publicar en redes sociales sobre el tema, un innumerable número de mensajes llegaron a mis cuentas haciéndome notar mi error, motivación adicional para seguir leyendo y validando posturas que pudieran aclararme el panorama. Más allá de generar controversia, mi objetivo es claro: defender una posición legítima y, al mismo tiempo, la defensa de una democracia única en la región, cuya influencia liberal y pluralista se extiende incluso más allá de sus fronteras, en un momento en que Europa, poco a poco, ha ido cediendo espacio a dinámicas que erosionan valores históricos.
Basta un viaje a Madrid o Barcelona para observar cómo la islamización cultural se manifiesta de maneras que cuestionan la preservación de tradiciones locales. La proliferación de mezquitas en ciudades europeas, en algunos casos superando en número a las existentes en regiones árabes tradicionales, no es un proceso de adaptación cultural, sino una transformación del paisaje social y urbano, muchas veces sin diálogo ni consenso, que evidencia un reto civilizatorio más que una cuestión de convivencia. Israel, en contraste, representa una consolidación de valores democráticos, científicos y culturales que han logrado mantenerse en medio de un entorno regional históricamente hostil. Su sistema político, basado en elecciones libres, pluralismo partidario y libertad de expresión, contrasta con la fragmentación y el autoritarismo de actores como Hamás, cuya influencia en Gaza y en la narrativa internacional ha distorsionado la percepción de lo que es legítimo y lo que es terrorismo. Defender la existencia de Israel y su modelo democrático no es solo un acto político, sino un compromiso con la preservación de los principios liberales y de la civilización occidental. La defensa de Israel, sin embargo, ha generado un clima de censura y polarización incluso en el ámbito cultural y deportivo. Resulta increíble cómo la participación israelí en torneos internacionales se ve cuestionada simplemente por su identidad nacional; la polémica reciente en la Vuelta a España, donde el equipo Israel Premier Tech se vio obligado a limitar su participación por presiones externas, es solo un ejemplo del alcance de esta censura. La excusa de la neutralidad deportiva se convierte en un arma de presión política que invisibiliza la legitimidad del Estado y limita la libertad de sus ciudadanos.
Es increíble observar cómo personas pierden sus trabajos o enfrentan amenazas por expresar un apoyo racional a Israel y esto no es solo injusto, sino inaudito en cualquier sociedad que se precie de liberal y democrática. Mientras unos son presos que tienen el derecho garantizado y viven con una limitación legal regulada y con garantías, otros son secuestrados y privados de una ibertad que acaba en muerte. No iguale las condiciones de uno y otro, en el último intercambio la balanza no resultaba ser pareja, presos de un lado contra secuestrados del otro… Y si, los bombardeos y el bloqueo es un acto mediáticamente brutal, como lo es la guerra y el amparo de terroristas cobardes que usan el escudo humano.
No conozco una sociedad occidental que festeje cada atentado: la caída de unas torres gemelas… París, Atocha, Londres, Boston con aplausos y algarabía y me parece inaudito que aún se hagan llamar Aquellos que defienden una posición fundamentada en hechos y derechos han sido sometidos a ataques personales, amenazas y cuestionamientos éticos injustificados. Paradójicamente, quienes se presentan como víctimas de agresión cultural o política son, en realidad, los responsables de una manipulación sistemática de información y del desgaste de los valores democráticos en Occidente. La falta de conocimiento histórico y la superficialidad de muchos debates sobre Medio Oriente generan un clima en el que la realidad se sustituye por narrativas construidas al gusto de quienes buscan imponer ideología, a menudo alineadas con intereses geopolíticos contrarios a la estabilidad y a la democracia.
Hablando de agendas, que contrastante resulta ver el movimiento feminista apoyando a la radicalidad islámica, los LGBTI+ con consignas de liberación hacia dogmas que los harían desaparecer en la inmediatez … Aquellos que protestan enredados en chilabas, me hubiera gustado verlos actuar ante los atentados en la embajada de EE. UU. en Nairobi (1998), la embajada de EE. UU. en Dar es Salaam (1998), la Torres Gemelas en Nueva York (2001), el Pentágono en Arlington (2001), las discotecas en Kuta (2002), en la estación de Atocha en Madrid (2004), el metro en Londres (2005), los hoteles en Amán (2005), los trenes suburbanos en Mumbai (2006), el festival musical en Re’im (2023), el complejo turístico en Sousse (2015), las oficinas de Charlie Hebdo en París (2015), la sala Bataclan en París (2015), el paseo marítimo en Niza (2016), el aeropuerto Atatürk en Estambul (2016), en el aeropuerto y metro en Bruselas (2016), el mercado navideño en Berlín (2016), el centro comercial Reina en Estambul (2017), la Arena Manchester (2017), el puente de Londres (2017), Las Ramblas en Barcelona (2017), las iglesias y hoteles en Colombo (2019), la sinagoga en Viena (2020), el aeropuerto en Kabul (2021) o en el concierto en Moscú (2024)… Aquellos asesinos están en Palestina, presumiendo su afiliación en organizaciones como Al-Qaeda, Estado Islámico, Boko Haram, Al-Shabaab, Talibán, Hezbolá, Hamas, Lashkar-e-Taiba, Jemaah Islamiyah, ISIS-Khorasan, Ansar al-Sharia o la patética Hayat Tahrir al-Sham. Defender Israel no implica atacar a los pueblos vecinos ni cuestionar su derecho a existir; se trata de reconocer la legitimidad de un Estado democrático frente a actores que promueven agendas radicales y violentas. La defensa de la democracia israelí incluye reconocer sus logros en ciencia, tecnología, innovación y pluralismo, así como entender la amenaza que representan los grupos que buscan imponer un modelo teocrático incompatible con los valores liberales de convivencia, igualdad y libertad de pensamiento; Israel acepta la negociación y la convivencia, Palestina no.
La situación actual exige un enfoque duro y realista, sin concesiones a la narrativa que distorsiona la verdad. La defensa de Israel es un acto estratégico, intelectual y cultural. La revitalización del pensamiento crítico frente a la manipulación mediática y la censura de facto requiere denunciar, documentar y argumentar con evidencia. En ese sentido, cada ejemplo de boicot, cada cancelación injusta, y cada intento de difamación se convierte en un motivo más para reafirmar la legitimidad del Estado y la necesidad de una narrativa basada en hechos, no en emociones ni en presiones ideológicas.
La valentía no consiste en alinearse con la mayoría, sino en sostener la verdad frente a las corrientes que buscan reinterpretarla a conveniencia. Defender Israel desde la razón, la historia y la política es un ejercicio de responsabilidad intelectual, un compromiso con los valores democráticos y un acto de resistencia frente a la erosión cultural y política que muchas sociedades occidentales comienzan a experimentar.
A estas alturas, alguien pensará que mi posicionamiento es ciego ante situaciones evidentes: los ataques indiscriminados de grupos como Hamas contra civiles israelíes violan el derecho internacional humanitario, así como las operaciones militares israelíes en Gaza que causan muertes desproporcionadas de civiles también constituyen violaciones del derecho internacional… Es claro que la guerra es cruel y no da lugar a la tregua, pero es necesario precisar quién tira la piedra y esconde la mano, quién ataca y quién defiende en un mundo en el que bloqueo busca prevenir el ingreso de armas y materiales militares que Hamas usa para atacar y que provoca el hambre y la miseria más brutal.
En estas instancias, a la edad que tengo y tras haber leído mucho más de lo que escribo, sigo contrariado y perplejo ante muchas situaciones. Israel es una democracia a la europea, sus valores son propios de la libertad para poder llevar una minifalda, ser homosexual, no imponer el velo o simplemente poder debatir y votar en unas elecciones legítimas, y aunque muchos los cataloguen como unos verdaderos hijos de p&%a, bien dijo Arturo Pérez Reverte: "ellos son de los nuestros".
Hablar de buenos o malos es no tener idea, en tiempos en que la realidad es manipulada y los principios se ponen en jaque, sostener la verdad y defender la democracia es, sin duda, un acto de coraje y de visión estratégica.
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SOBRE LA FIRMA
Columnista en #Globalmedia desde el 2018
Escribe sobre economía y política nacional e internacional.
Economista, Doctor en Adminstración con experiencia en Mercados Financieros.