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Hubo más en el sexenio zedillista. En efecto, metió mano en el Poder Judicial, pero la Suprema Corte como contrapeso y como poder razonablemente autónomo
00:02 jueves 1 mayo, 2025
ColaboradoresHasta donde podemos recordar, Ernesto Zedillo, en el ojo del huracán a raíz de un texto en la revista Letras Libres y el anticipo de una entrevista para Nexos, le puso la banda presidencial a Vicente Fox. Hoy, con tanto autócrata elegido en las urnas por el mundo, decir esto parece casi ingenuo y desde luego una obviedad, pero no hay un modo más contundente de probar tu vocación democrática que reconocer el triunfo de tu contrincante. Dicho sea de paso, poco nos duró el gusto. Apenas seis años después de ese momento, todo un salto civilizatorio, alguien trató de dar un golpe de Estado por la vía de inventarse un fraude. 2006, ya saben. Hubo más en el sexenio zedillista. En efecto, metió mano en el Poder Judicial, pero la Suprema Corte como contrapeso y como poder razonablemente autónomo, esa que dentro de dos minutos va a estar poblada por seguidores explícitos del régimen por ese otro golpe de Estado que serán las elecciones del primero de junio, viene de su sexenio, en el que, vale recordar, vimos también cómo la oposición lograba adueñarse del gobierno chilango, que no es poca cosa, con Cuauhtémoc Cárdenas, y de la mayoría en las cámaras. Así que, supongo, don Ernesto tiene algunas buenas razones para juzgar la calidad democrática de un país que, aparte del cuartelazo de la Reforma del Poder Judicial, que significa la desaparición de facto de uno de los tres poderes que conforman cualquier democracia, ve cómo los medios y las redes los controla un organismo ya no autónomo, sino adscrito al poder Ejecutivo, con la desaparición del IFT; cómo, de hecho, han dejado de existir los órganos autónomos; cómo hay una apuesta por poner el control de Internet en el gobierno federal, apuesta, al día de hoy, no cancelada, sino solo detenida; aunque no importa en términos de rating, cómo los medios gubernamentales se dedican cada vez menos impúdicamente a la propaganda, lo que ya es un síntoma del autoritarismo que abrazaron tanto, tantos, con tanto fervor, y, desde luego, cómo el Ejército controla una parte importante de la vida pública, incluida por supuesto la seguridad (cierto que ahora, con García Harfuch, hay un intento de al menos matizar esa realidad aplastante). En efecto, la democracia mexicana, breve y fallida, ha muerto, como nos dice el expresidente, que, con todos los defectos que quieran señalársele, y sin duda los tuvo, algunos graves, fue uno de sus propiciadores. No se trata de ponerse fatalista y profético, pero nos recetamos 70 años de priismo autoritario antes de que un Presidente, él, se decidiera a pasarle la estafeta a uno de otro partido. ¿Les parece, con toda franqueza, que los que nos gobiernan y legislan, con el agravante de la oposición que tienen enfrente, nula, permiten apostarle a que esta vez el plazo será más corto? POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09