Decía Jesús Reyes Heroles que en política lo que resiste, apoya. ¿Qué quiere decir eso? Algo así como utilizar los ataques del adversario para ganar apoyo. Y esa es precisamente una de las técnicas más socorridas por el presidente López Obrador para reforzar su narrativa, espabilar a su base y distraer la atención de los temas importantes.

Claro ejemplo de ello es la iniciativa que presentó el diputado texano Daniel Crenshaw en la que pretende nombrar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, para poder mandar tropas estadounidenses a territorio mexicano para combatir a los narcos.

Obviamente, el gobierno mexicano iba a responder que eso es una violación a la soberanía de México. Y esa es la parte interesante, porque el presidente está acostumbrado a polarizar. De hecho, de ese tipo de posturas radicales pide su limosna, porque es más fácil ganar apoyo vendiéndose como un defensor de la soberanía que comunicando los magros resultados que ha tenido enfrentando al crimen organizado.

Por otro lado, Crenshaw se está presentando ante su pueblo y bancada política como el paladín del combate a las drogas y los villanos mexicanos, un discurso que resuena bien entre la base republicana, y que además le da municiones para posicionar a Biden como un líder sin determinación.

Y los reclamos mutuos seguirán llegando. Que si la culpa es de Estados Unidos por la demanda de drogas y el flujo de armas que ingresan a México de manera ilegal; o que si México es la parte responsable porque no ha hecho lo suficiente para combatir la corrupción y la impunidad y eso facilita la operación de los cárteles de la droga. Sea como sea, en ambos lados de la frontera es más redituable, políticamente hablando, el quejarse del vecino que vender los éxitos de la cooperación bilateral, que es finalmente como se tendría que resolver el problema del crimen transnacional.

Seamos francos, las agencias antidrogas de Estados Unidos históricamente han operado en territorio mexicano, con mayor o menor conocimiento y autorización del gobierno mexicano. Basta recordar a Enrique Camarena y su asesinato. Pero más allá de la inviabilidad de la propuesta de Crenshaw, porque aceptemos que tener al ejército estadounidense a México es una clara invasión, lo que advierte es que el negocio del fentanilo va viento en popa. Y a ningún gobierno le conviene que se hable de eso.

Parafraseando a Groucho Marx, hay veces que la política es el arte de encontrar problemas, hacer un diagnóstico falso, y proponer los remedios equivocados nomás para distraer a la raza.

Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael