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En el post mortem de la elección del 2 de junio, sólo queda voltear a la sociedad civil ante la falta de autocrítica y la ambición desmedida de dirigencias del PAN y PRI
00:03 miércoles 10 julio, 2024
ColaboradoresHan pasado cinco semanas de las elecciones del 2 de junio, uno pensaría que en este tiempo la oposición se habría dado tiempo para reagruparse, reflexionar y pensar en las causas profundas de su derrota. Los primeros días y semanas sirvieron para la catarsis y para culpar al gobierno de lo que efectivamente fue una elección con piso disparejo aunque sin llegar (Lorenzo Córdova dixit) a configurar una elección de Estado. La narrativa opositora no sirve para explicar la abrumadora diferencia en votos de la candidata triunfadora, ni tampoco el hecho de que prácticamente todos los segmentos socioeconómicos, con excepción del decil más alto de la escala de ingresos, fueron ganados por Morena y por su candidata Claudia Sheinbaum. El Post Mortem de una derrota electoral siempre es complicado, porque implica no solamente un ejercicio serio y profesional de asignación de responsabilidades, sino sobre todo -y más importante tal vez- un análisis autocrítico de aquello que no se hizo bien o que se dejó de hacer. Lo que hemos visto hasta ahora no solo no cumple con esos requisitos básicos, sino que, por el contrario, parece más un ejercicio de lanzamiento de lodo y de intentos por lavar la cara propia, mientras que los dirigentes de los dos partidos sobrevivientes de la coalición opositora se preocupan por garantizar su continuidad -personal o de grupo- al frente de dichos organismos políticos. Ante la falta de autocrítica y la ambición desmedida de las dirigencias del PRI y el PAN, sólo queda voltear a la sociedad civil o aquellos agrupamientos políticos que podrían todavía reinventarse y presentar proyectos atractivos que involucren a la población joven y políticamente activa de este país. En ese supuesto estaría Movimiento Ciudadano, que tendrá primero que superar sus propias pugnas internas antes que cualquier otra cosa. En cuanto a la sociedad civil, está ahí una enorme reserva de mexicanos que verdaderamente compraron la idea de una oposición ciudadana y que ahora -habiéndose dado cuenta de cómo los partidos tradicionales secuestraron a su movilización- tendrán que escoger entre regresar a la relativa comodidad de la apatía política o de involucrarse de verdad en la creación desde cero de una nueva alternativa que esté libre de los viejos vicios e intereses partidistas. El reto es enorme y enfrenta dos grandes resistencias: la de Morena y el régimen que buscan consolidar su hegemonía política y que tendrán ya una mayoría abrumadora en el legislativo y en las gobernaturas, y también en PAN y PRI que no querrán ceder un ápice de terreno. Menudo dilema pues para quienes ansían una nueva alternativa política en un país que bien podría -si fracasan- regresar a los tiempos del partido dominante que tantas que tantos esfuerzos y décadas costó superar. Se dice fácil, pero el futuro rumbo del país dependerá de ello. POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS
@GABRIELGUERRAC