Durante muchos años el Estado Mayor garantizó la seguridad del Presidente, de jefes de Estado y de Gobierno que visitaban el territorio nacional, de los ex presidentes. Así decía el Capítulo Segundo, artículo cuarto, fracción I del Reglamento de dicha institución perteneciente a la Secretaría de la Defensa Nacional. En sus fracciones II, III y IV explicaba que se debía garantizar la seguridad permanente de los inmuebles donde el Presidente residía o laboraba; desarrollar actividades de inteligencia y contrainteligencia; planear y organizar las tareas del Presidente, de su esposa, en giras y eventos públicos, proporcionando recursos humanos y materiales. En las fracciones V, VI y VIII hablaba de proporcionar unidades terrestres y áreas, el todo apoyo logístico necesario para el cumplimiento de sus funciones; y administrar recursos presupuestales asignados a través de la Presidencia para el desempeño de sus funciones. El Estado Mayor contaba además con un Cuerpo de Guardias Presidenciales, el Batallón de Infantería de Marina de Guardias Presidenciales y el Grupo Aéreo de Transportes Presidenciales. López Obrador ofreció en campaña acabar el con Estado Mayor y el 2 de mayo de 2019 el Senado aprobó su eliminación. Se acabaron los autos blindados y los elementos de seguridad para la familia del titular del Ejecutivo, los secretarios y sus familias, y todos los que forman parte del Gabinete Legal y Ampliado. Una de las características que más le gusta a los electores y gobernados es la cercanía del entonces candidato y del todavía primer mandatario con la gente. Decenas de miles de mexicanos tienen una selfie con AMLO. Decenas de miles le dieron la mano, y decenas de miles se abrazó con él. Según él, el pueblo lo cuidó. Pero después del incidente de ayer, donde trabajadores del Poder Judicial de la Federación le arrojaron una botella de plástico con agua, durante su visita que realizó a la Casa de Benito Juárez, en el puerto, debemos de reflexionar todos sobre la seguridad de la próxima Presidenta de México. Sí, todos debemos de pensar sobre este tema, incluida la primera mujer en ocupar este sensible cargo. La seguridad de la Comandanta Suprema de las Fuerzas Armadas es un asunto que nos compete a todos. Está bien aquello de la austeridad republicana, pero deberíamos todos debatir sobre la importancia de la integridad física de la señora y su familia. Una cosa es la disminución del gasto corriente, que no regresen los privilegios de la clase gobernante, y que no se pierda la relación entre gobernantes y gobernados; pero otra muy diferente los cuidados que se deben de tener para que no lastimen, o inclusive atenten contra la vida contra ella. La seguridad de Claudia Sheinbaum es un tema de todos. COLOFÓN.-

+ La vida de la Presidenta va de la mano de la estabilidad política y social del País. + Que no le pase nada a Doña Claudia va ligado a la economía nacional. + Que no tengamos homicidios políticos en los próximos 6 años ( y nunca) es fundamental para el desarrollo de México. POR GUSTAVO RENTERÍA

COLABORADOR

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