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Las constantes andanadas de Donald Trump han servido, entre otras cosas, para apuntalar la popularidad de la Presidenta
00:01 lunes 11 agosto, 2025
ColaboradoresNo es cosa menor para un mandatario tener niveles de aprobación de 75 por ciento y, menos aún, cuando la luna de miel ha sido tan breve y con tantas interrupciones. Lo que parecía —tras su arrolladora victoria en las elecciones presidenciales— que iba a ser un paseo por el campo, se ha convertido más bien en un recorrido por un campo minado. Pero no ha sido fácil: la economía, que de por sí crecía poco, se ha visto afectada por el vaivén de amenazas, prórrogas, nuevas amenazas y retórica poco amistosa de los voceros oficiales y oficiosos del gobierno estadounidense. Si a eso sumamos las piedritas que algunos de sus supuestos partidarios le han venido poniendo en el camino, es todavía más llamativo que la Presidenta haya navegado exitosamente —hasta ahora— estos tormentosos mares. Si bien Sheinbaum no ha optado por la estrategia de envolverse en la Bandera, los ataques de Trump —cuya imagen en México es, por decirlo suavemente, negativa— han servido para apuntalar a la Presidenta mexicana y para debilitar a quienes desde la oposición optaron por apostarle a su desgaste y aplaudir al estadounidense. Es lógico y natural: hasta en Canadá los arrebatos trumpianos generaron una resaca nacionalista. Así lo muestran los resultados de una reciente encuesta publicada aquí, en El Heraldo de México, donde 68 por ciento de los entrevistados califica el desempeño de Sheinbaum frente a Trump de “muy bueno” o “bueno”. Solo 13 por ciento le da calificación de “mal”. En este escenario, la Presidenta de la República tiene amplio margen de maniobra para hacer tres cosas que podrían marcar su sexenio: Primero que nada, la anunciada reforma electoral. Es de sobra sabido que cuenta con la mayoría necesaria en el Congreso para hacer lo que ella quiera y mande, pero lo cierto es que una reforma electoral que no sea consensuada no tendrá la legitimidad necesaria para transitar tersamente. No dudo de las credenciales democráticas de Pablo Gómez, luchador histórico de la izquierda, pero sí tengo mis reservas acerca de la vocación democrática de varios de sus compañeros de viaje. A México le urge una reforma que acabe con las mafias partidistas, limpie el tiradero de dinero clandestino y dé su justo lugar a mayorías y minorías. Eso se logra con convicción democrática y, también, sumando a muchas voces críticas que merecen ser escuchadas. En segundo lugar, la Presidenta necesita continuar con los relevos que le permitan consolidarse: el poder presidencial no es un Santo Grial cuya mera transmisión otorga poderes mágicos a quien lo recibe. No, se adquiere y consolida día a día, y depende también de que la gente lo perciba. Necesita tirar más lastres. Finalmente, si algo nos han demostrado los últimos meses, es que nuestros socios comerciales son sólo eso, no son nuestros aliados. México necesita ampliar sus miras al exterior, con prudencia, pero con determinación. Es muy positivo que Sheinbaum haya retomado la diplomacia presidencial: eso es indispensable pero no suficiente. Es hora de devolverle a México la visión de mundo que alguna vez tuvo. POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS [email protected] @GABRIELGUERRAC