La Basílica de San Pedro registra filas kilómetricas de fieles que se han dado cita para despedirse del papa Francisco, quien falleció el lunes por la mañana a los 88 años en la Casa de Santa Marta, lugar en el que residió durante su pontificado. Desde temprano miles de personas se formaron para poder ingresar a la capilla ardiente y darle el último adiós al primer pontífice latinoamericano, cuyos restos llegaron a la Basílica de San Pedro la mañana de este miércoles y en donde permanecerán hasta su funeral que se realizará el sábado. Hasta ahora, el Vaticano informó que son casi 20 mil personas las que visitaron la capilla ardiente en el primer día que se abrieron las puertas para presentarle sus respetos al papa Francisco y en la fila aún hay cientos de personas formadas esperando su turno para poder ingresar y despedir al jesuita argentino. "Todo está preparado para prolongar" este miércoles su apertura "más allá de la medianoche", pero esto dependerá de la "afluencia de los fieles", precisó el servicio de prensa del Vaticano, en el primero de los tres días previstos de capilla ardiente. El Vaticano precisó que hasta el momento la cifra de visitantes en la capilla ardiente para despedir al papa Francisco es de 19 mil 430 entre las 11:00 y 19:30 horas locales, y el número indudablemente aumentará con el paso de las horas en este miércoles y en los próximos dos días en los que los fieles podrán ingresar para darle el último adiós al pontífice. Entre lágrimas se despiden del papa Francisco

Leobardo Guevara, originario de México, esperó más de cuatro horas para despedirse del papa Francisco en la Basílica de San Pedro. Fueron pocos segundos, pero le dejaron una "sensación de paz". En este primer día de capilla ardiente, decenas de miles de creyentes y turistas aguardaban en una calurosa jornada primaveral antes de poder dar su último adiós a su líder espiritual. "Se siente una sensación de paz. El padre fue una persona muy humilde, que Dios lo tenga en su gloria", confesó emocionado el joven de 26 años que portaba una bandera de México sobre su ropa deportiva negra.  En el interior, un leve rumor, roto por el llanto de los niños, inunda la iglesia más grande del mundo. Una marea de fieles recorre su imponente nave central antes de llegar al féretro del santo padre de los católicos. Sin poder detenerse, muchos se persinan rápidamente ante los restos mortales del primer pontífice latinoamericano, que yace en un ataúd abierto, vestido con una casulla roja, mitra blanca y zapatos negros. Algunos de los visitantes inmortalizaron fugazmente el momento con su celular. Sus fotografías mostrarán un féretro sencillo custodiado por cuatro guardias suizos, ante el monumental baldaquino barroco del escultor Gian Lorenzo Bernini. "Fue muy emotivo, incluso lloré. Lo consideraba como un abuelo. Le escribía cartas y recibía respuestas", dijo el estadunidense Thomas Natcher, orgulloso de ser una de las primeras 100 personas que ingresó a la capilla ardiente. Sor Caterina también salió emocionada de la experiencia, pese a la fuerte afluencia de personas que, tras despedirse del jesuita argentino, reciben una imagen del difunto pontífice, sonriente. "El gran silencio me acercó a él, aunque no lo vi mucho porque había mucha gente. Pero tuve esa emoción de sentir que tenemos al papa en el cielo rezando por nosotros, que no estamos solos", asegura esta monja residente en Suiza. Únete a nuestro canal de WhatsApp para no perderte la información más importante 👉🏽 https://gmnet.vip/7Be3H Con información de Excélsior.