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Ciertamente, Bárcena es más que consciente de la importancia de los vínculos con...
00:03 sábado 17 junio, 2023
ColaboradoresCiertamente, Bárcena es más que consciente de la importancia de los vínculos con Estados Unidos, que a querer o no trascienden lo diplomático La designación de Alicia Bárcena como Secretaria de Relaciones Exteriores de México, buena como es, deja dudas en cuanto a la relación con Estados Unidos y alguna interrogante respecto a Latinoamérica. Ciertamente, Bárcena es más que consciente de la importancia de los vínculos con Estados Unidos, que a querer o no, trascienden lo diplomático para entrar en lo económico, lo comercial, lo social y lo familiar. A gustar o no son dos países integrados. O según la afortunada frase de un olvidable embajador: "casados sin posibilidades de divorcio". No es que sea indispensable. Realmente la relación, como tal, normalmente tiende a ser administrada en México desde la Presidencia de la República, y en Washington por la Casa Blanca, aunque la profundidad y la variedad de los vínculos la hacen paralelamente inmanejable. Es una relación compleja, difícil, con muchos factores internos incluidos en ambos lados de la frontera. Es interméstica, o sea internacional con un impacto doméstico que llega a niveles familiares. Pero al mismo tiempo, la nueva encargada de llevar las relaciones exteriores de México parece ideal para hacerse cargo de la relación con América Latina, y muy en especial con los regímenes de la por ahora medio descompuesta Marea Rosa. Alicia Bárcena está en la lista de miembros fundadores del Grupo de Puebla, que agrupa a políticos e intelectuales de izquierda regional, que está en el centro de la Marea Rosa, y que tiene entre sus metas la promoción de la integración latinoamericana, a comenzar ahora por el fortalecimiento de la Unión de Naciones de Sudamérica (Unasur) alrededor, de hecho, de Brasil y el liderazgo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La ambición de Brasil es legítima, pero depende también de la voluntad de los países incorporados a Unasur. Su primer reencuentro, el mes pasado en Brasilia, no fue del todo afortunado, pero la diplomacia de Itamaratí es hábil y el peso específico de Brasil en Sudamérica es muy alto. Una de las primeras tareas de doña Alicia será probablemente asistir a la "cumbre" programada entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), un grupo al que México asignó una elevada prioridad, aunque Brasil, el Grupo de Puebla y Unasur han sido más escépticos. Pero también es cierto que Brasil trata de jugar en un escenario mundial en proceso de reacomodo por el relativo descenso estadounidense. México, según la visión de algunos miembros del Grupo de Puebla, tiene una realidad distinta. "Tiene una enorme frontera con Estados Unidos y lo esencial de su comercio volcado con los estadounidenses", según la expresión de uno de ellos. Se les pasó un punto importante: el vínculo social. De cada 100 mexicanos que viven fuera del país, más de 95 viven en Estados Unidos y su descendencia es un grupo, que no todavía un bloque, de creciente importancia social, económica y política en
esa nación. Y eso pesa. POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
@CARRENOJOSE1