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Afortunadamente, este camino de labor jurisdiccional lo pude recorrer desde la justicia local
00:10 domingo 7 septiembre, 2025
ColaboradoresDesde muy joven me quedó muy claro que los caminos a la justicia son varios; después de recorrer algunos, me encontré caminando en el de la labor jurisdiccional. El camino de la persona juzgadora, aunque algunos lo quieran hacer ver como algo fácil y trivial, algo que “cualquier persona lo podría realizar”, la realidad es que lleva un grado de complejidad profesional y personal. La labor de la persona juzgadora, que asume con dignidad su encargo, debe de prepararse constantemente, asumir un compromiso con los justiciables y, sobre todo, ser guardián de la legalidad y de la Constitución; su mandato proviene y se debe precisamente a ella, a la Constitución. Por ello, también debe de contar con la inteligencia emocional de abandonar intereses personales y de cualquier grupo de poder para poder realizar su trabajo libre y sin compromisos. Debe de entender que detrás de los números de expedientes, de los miles de páginas que los conforman, están personas ávidas de una solución a sus problemas, los cuales deben de resolverse siempre dentro del marco de la ley. Afortunadamente, este camino de labor jurisdiccional lo pude recorrer desde la justicia local hasta llegar al más alto honor que una persona juzgadora puede tener que es el ser Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Como juez local conocí la impartición de justicia desde lo más básico de los conflictos, es el lugar en donde las personas tiene su primer contacto en una maquinaria judicial que hace todo por inhibir y desanimar los justiciables; por ello, me propuse como meta personal que toda persona que pasara por mi tribunal siempre fuera escuchada y que toda decisión fuera tomada de acuerdo con la Constitución y en estricto respecto a los derechos humanos. Posteriormente, tuve el gran honor de formar parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación como Ministro, y la igual que lo hice como Magistrado de la Ciudad de México, viví y consagré mi trabajo día a día conforme a la protesta de mi cargo: “guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que emanen de ella” Ya como Ministro fui adscrito a la hoy extinta Primera Sala y desde ella, como en el Pleno, participé en el debate y elaboración de precedentes que no sólo transformaron la vida de muchas personas, sino que salvaguardaron la vida institucional de nuestro país. Sería ambicioso de mi parte destacar de manera particular alguno de los precedentes que participé, ya que, por un lado, son parte de un esfuerzo colectivo donde tanto ministras y ministros como muchas personas talentosas que sumamos esfuerzos para que se emita una sentencia. Y por otro, una vez que se vota un proyecto y se convierte en sentencia, ya no pertenece al ponente sino al Máximo Tribunal. Debemos recordar que una sentencia se emite no por el aplauso y la alabanza, sino con la convicción inequívoca de alcanzar justicia; una sentencia no se emite para el agrado de las personas abogadas o para trascender en la doctrina como gran jurista; una sentencia se emite para y por los justiciables. Todas las sentencias en que participé son muestra del trabajo conjunto que realizamos las señoras ministras y los señores ministros, para la protección de los derechos humanos de todas las personas, y aunque para muchos parecieron insuficientes, créanme que en cada una de ellas siempre se buscó lo mejor para las personas y para México. Hoy los caminos de la justicia a muchos nos llevarán por diferentes sendas, pero debemos de recordar que no importa la que se camine y escoja, siempre debemos dar lo mejor de nosotros por nuestro país, deseando que las instituciones sigan fortaleciendo los derechos humanos y la protección más amplia a las personas. JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ
Ex Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación