Hoy se convertirá Trump en el presidente número 47 de los Estados Unidos; el escenario oficial será la rotonda del Capitolio en Washington DC, en medio de temperaturas congelantes. Será la segunda vez que tome posesión y que viva en la Casa Blanca.

Somos esta generación testigos de la historia, porque es la primera “reinauguración” no consecutiva de un primer mandatario, desde la segunda oportunidad de Grover Cleveland en 1893. Administrará el juramento, John Glover Roberts Jr, Presidente de la Corte.

JD Vance, su compañero de fórmula, desde hoy es el vicepresidente número 50. Administrará su juramento Clearence Thomas, juez asociado de la Suprema Corte de EE.UU.

Esta dupla, durante la campaña, prometió acabar con la migración ilegal y la entrada de fentanilo a su territorio. En los discursos de hoy se reafirmará la oferta: medidas más agresivas para combatir la crisis en la frontera sur e ir con todo contra los cárteles de las drogas.

Pero, más allá de las promesas y discursos, ¿pueden Trump y Vance cumplir con ese compromiso con su electorado? Difícilmente. Los inmigrantes indocumentados son empleados por decenas de miles de empresarios, porque representan más utilidades.

Por ejemplo, ahí en Washington (escenario de la fiesta republicana de hoy) se paga un salario mínimo de 17.50 dólares por hora a partir de este 2025. Latinos, y en particular mexicanos, aceptan cobrar 12 dólares la hora, y claro, sin la seguridad social. Preparan sushi, lavan platos, remueven la nieve, tienden camas, aspiran alfombras y le sacan brillo a las copas.

Es decir, se los pelan los empleadores, porque por cada hora de trabajo humano indocumentado se ahorran 5 dólares con 50 centavos y no le avisan al Gobierno que una persona sin green card labora para ellos. Esa es la explicación del por qué es una gran industria la de los “polleros”.

¿Y es culpa única de los que necesitan trabajo urgente y cruzan la frontera sin visa? No, también es culpa de las redes de tráfico de personas indocumentadas en USA y los empresarios gringos que se benefician contratando a esta mano de obra especializada y que se ahorra alrededor del 30 por ciento de sus gastos.

Y lo mismo pasa con las drogas. ¿Es culpa única de los cárteles mexicanos la introducción de centenas de toneladas de droga a territorio estadounidense? Claro que no. Los cárteles gringos distribuyen esos cargamentos por las altísimas utilidades pero, sobre todo, es culpa de los millones de adictos que pagan lo que sea, a lo largo y ancho de los 9 millones 833 mil 523 kilómetros cuadrados de los Estados Unidos.

En cuatro años platicamos, pero estoy casi seguro, además de los discursos, apretada de tuercas y bullying de la dupla Trump-Vance que, cuando entreguen el poder, seguirán millones de indocumentados y millones de drogadictos en la Unión Americana.

COLOFÓN:

+ Se habla de más de 100 órdenes ejecutivas. ¿Cuántas de ellas prosperarán?

+ Alerta roja en la embajada de México en DC, todos los consulados y los municipios fronterizos.

+ Incertidumbre, miedo, ansiedad, desasosiego, duda y vacilación es lo que viven millones de los nuestros allá.

POR GUSTAVO RENTERÍA

COLABORADOR

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