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Prevalecen tres creencias que hacen más compleja la discusión de la educación en México
00:02 sábado 21 septiembre, 2024
ColaboradoresEn el debate sobre el futuro de la educación en México, y después de laborar y analizar más de 16 años en el sector púbico, me parece que prevalecen tres creencias que hacen más compleja la discusión actual al respecto: aumentar el gasto en educación mejorará automáticamente los resultados escolares; la escuela es un vehículo seguro de movilidad social, y que todos deberían terminar una educación universitaria para alcanzar el éxito. Estas ideas, aunque populares, merecen un análisis más profundo, especialmente cuando se comparan con datos recientes que revelan un panorama más complejo. Por ello, considero importante analizar con otras miradas estos “mitos” y discutir alternativas para construir un sistema educativo más libre, incluyente y equitativo. La idea de que un mayor gasto en educación lleva inevitablemente a mejores resultados parece lógica, pero los datos muestran una realidad más matizada. Durante la última década, el gasto en educación en México ha aumentado progresivamente. Sin embargo, el informe *Panorama de la Educación* de la OCDE señala que, a pesar de este incremento, los resultados en términos de aprendizaje y calidad educativa no han mejorado significativamente. Es importante señalar que el gasto per se no es el único factor determinante. Un análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) revela que la ineficiencia en la distribución de recursos y la falta de una política educativa coherente son barreras significativas. Muchas de las inversiones se dirigen a áreas que no impactan directamente en el aprendizaje de los estudiantes, como la infraestructura física de las escuelas, pero sin un paralelo esfuerzo en la capacitación docente. Además, persisten disparidades significativas entre regiones, con estados del sur del país recibiendo proporcionalmente menos inversión educativa en relación a su población. En este sentido, si bien aumentar el gasto es necesario, lo esencial es redirigir estos recursos a intervenciones que realmente impacten en la calidad educativa, como la profesionalización docente y la atención a estudiantes en situación de vulnerabilidad. Otra creencia extendida es que la educación garantiza la movilidad social. Históricamente, se ha considerado a la escuela como el motor principal para salir de la pobreza. Sin embargo, los datos del *Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) señalan un estancamiento en la movilidad social en México dese hace algunos años. Según el *Informe de Movilidad Social en México 2023*, más del 50% de los mexicanos nacidos en hogares en los quintiles más bajos de ingreso permanecerán en ese mismo nivel a lo largo de sus vidas, independientemente de su nivel educativo. Esto sugiere que, si bien la educación sigue siendo un factor relevante, ya no basta para asegurar la movilidad social por sí sola. El problema radica en la interacción entre el sistema educativo y las condiciones estructurales del mercado laboral, caracterizado por una elevada informalidad y bajos salarios. Aunque un estudiante logre terminar su educación básica y media superior, las oportunidades laborales que encontrará estarán condicionadas por el contexto económico local y nacional, así como por las barreras socioeconómicas que enfrentan las familias más desfavorecidas. La idea de que todos deben concluir una carrera universitaria también merece un análisis crítico. Según datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y del INEGI, la matrícula universitaria en México ha crecido considerablemente en las últimas décadas, con más jóvenes accediendo a la educación superior. Sin embargo, la transición de la universidad al mercado laboral presenta importantes desafíos. Sin embargo, también señala que cuatro de cada 10 egresados universitarios en México se encuentran subempleados, es decir, trabajan en puestos que no requieren un título universitario, lo que genera frustración y desilusión entre los jóvenes. Además, el sistema educativo mexicano ha promovido una narrativa donde la universidad se presenta como el único camino hacia el éxito, dejando de lado otras opciones formativas como la educación técnica o vocacional. En países como Chile, Alemania o Suiza, los sistemas de formación dual y técnica son valorados y han demostrado ser efectivos para conectar a los jóvenes con empleos de calidad en sectores industriales y tecnológicos. Dado este panorama, es fundamental replantearnos el enfoque educativo. Si bien, no cambiará inmediatamente de manera radical, si me parece necesario comenzar a discutir los temas desde otra perspectiva, dejando atrás idealismos y voluntarismo sin sentido. En lugar de simplemente aumentar el presupuesto, es necesario redirigir los recursos hacia áreas que realmente impacten en la calidad educativa. La profesionalización docente, la mejora en la infraestructura escolar en zonas marginadas y la implementación de programas de tutoría, como ya lo hace CONAFE, y acompañamiento para estudiantes en riesgo deben ser prioritarias. La educación por sí sola no garantiza la movilidad social. Es necesario complementar las políticas educativas con estrategias de desarrollo económico local que generen empleos de calidad. Debemos dejar de enfocarnos únicamente en la educación universitaria y revalorizar la formación técnica y vocacional. Implementar un sistema de formación dual podría ser una vía para reducir el desempleo juvenil y conectar a los estudiantes con empleos bien remunerados. Si bien la actual administración ha impulsado cambios con una visión “incluyente”, es necesario evaluarla en su conjunto. Es fundamental que el gobierno esté dispuesto a adaptar sus políticas basándose en evidencia y a trabajar en conjunto con actores de la sociedad civil y el sector privado para crear un sistema educativo más equitativo. México enfrenta desafíos profundos que no pueden resolverse únicamente con aumentar el gasto o promover la universidad como la única vía al éxito. Es necesario un enfoque más amplio y flexible que considere la realidad del mercado laboral y las necesidades de los jóvenes. La movilidad social, la calidad educativa y la inclusión de todos los sectores de la sociedad dependen de una transformación profunda y coordinada que vaya más allá de las reformas superficiales. * Profesor / Activista por el Derecho a Aprender de niños y jóvenes en SLP
Director Ejecutivo en Horizontes de Aprendizaje
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