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El número no marca ninguna diferencia: una sobrepoblación de aspirantes y una ausencia...
00:03 miércoles 2 agosto, 2023
ColaboradoresEl número no marca ninguna diferencia: una sobrepoblación de aspirantes y una ausencia casi absoluta de ideas o propuestas concretas Doce, trece, quince, veinte, la cifra de aspirantes a las candidaturas presidenciales de los partidos políticos tradicionales fluctúa como la temperatura, pero a diferencia de esta, el número no marca ninguna diferencia: una sobrepoblación de aspirantes y una ausencia casi absoluta de ideas o propuestas concretas. Los nombres de los aspirantes son casi intercambiables, pero podríamos separarlos en tres o cuatro grupos: los del oficialismo, incluyendo a Morena, PVEM y PT. Los de la alianza opositora, con PAN, PRI y PRD y algún despistado. Después están los que no se han declarado, pero ya hasta pintan en las encuestas, los de Movimiento Ciudadano. Sobresalen el alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio, con alto reconocimiento de nombre, debido, al menos en parte, al recuerdo de su padre; el gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien al parecer renunció a sus sueños de ser influencer para jugar a la política; y el presidente de MC, Dante Delgado, que juega a que podría ser el abanderado de su partido si así lo decide. Están también, en los linderos de la política y de la cordura, dos aspirantes que vienen de esa extraña mezcla del sinarquismo mexicano con los radicalismos panistas con los movimientos pro-vida y las teorías de la conspiración. Me refiero a Gilberto Lozano y a Eduardo Verástegui. Por lo que corresponde a Morena y a la alianza opositora, podríamos abreviar la lista si nos concentramos en quienes verdaderamente están en la competencia: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Xóchitl Gálvez, Santiago Creel, Enrique de la Madrid y Beatriz Paredes. Entre estos siete —nueve si quiere usted contar a los de MC— estarán los dos o tres cuyos nombres definitivamente estarán en las boletas electorales el año próximo. De los siete hemos escuchado hasta el momento dos variaciones sobre un mismo tema, el de la figura presidencial. En Morena los tres hacen campaña bajo la premisa de la continuidad, de quién es el más cercano, el más leal y el que mejor garantiza más de lo mismo. Los otros básicamente plantean cómo cambiar todo lo hecho por López Obrador, cómo encarnar el rechazo que le tienen algunos sectores que ellos presumen mayoritarios y cómo devolver al país “a la senda correcta de la que nunca debió desviarse”. Sic, resic y recontrasic, diría el gran Carlos Monsiváis. Como pocas veces en su historia moderna, la política mexicana se plasma en la dualidad, en la bipolaridad. Todo o nada con AMLO, ningún matiz, ninguna alternativa, ninguna autocrítica ni de los aspirantes morenistas, incapaces de reconocer el más mínimo error, ni de los opositores, incapaces de admitir que “el regreso a la senda correcta” implicaría el regreso a un modelo que produjo crecimiento mediocre, desigualdad, corrupción, impunidad y violencia, justo aquello que tanto critican del régimen actual. Qué tan malos serán los suspirantes que hasta en sus diferencias son iguales. POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
@GABRIELGUERRAC