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La devoción a la Virgen de Guadalupe está estrechamente vinculada al nacimiento de Puerto Vallarta
01:50 viernes 12 diciembre, 2025
Jalisco
Las tradicionales peregrinaciones guadalupanas de Puerto Vallarta no solo representan una expresión de fe, sino un pilar fundamental de la identidad y de la cohesión social de la ciudad. Así lo explicó en entrevista para “Así las Cosas”, el Dr. José Alfonso Baños Francia, urbanista e investigador del Centro Universitario de la Costa, quien destacó que estas festividades mantienen vivas las raíces históricas de la comunidad vallartense. El académico recordó que la devoción a la Virgen de Guadalupe está estrechamente vinculada al nacimiento de Puerto Vallarta. Su fundador, Guadalupe Sánchez, estableció la comunidad el 12 de diciembre de 1851, fecha que marcó el inicio de una relación profunda entre la ciudad y esta festividad religiosa. Las peregrinaciones, que forman parte del docenario del 1 al 12 de diciembre, llenan de vida el Centro Histórico, especialmente la calle Juárez, donde miles de peregrinos desfilan cada año. Para el Dr. Baños, la importancia de estas celebraciones va más allá de lo religioso:
representan un acto comunitario, un espacio en el que empresas, gremios, escuelas y familias participan generando un fuerte sentido de pertenencia y orgullo vallartense.
La elaboración de carros alegóricos, los danzantes, las bandas de guerra y la participación de generaciones completas, desde niños hasta adultos mayores, fortalecen esta identidad colectiva. “Son tradiciones que se recrean de manera natural, orgánica, sin sentirse forzadas”, señaló el investigador, destacando que incluso en tiempos dominados por la tecnología, los niños siguen jugando en la calle durante las peregrinaciones y las familias conviven libremente. El estado de Jalisco declaró en 2018 a las peregrinaciones guadalupanas como parte de su patrimonio cultural inmaterial, reconociendo oficialmente la relevancia histórica y social de esta tradición vallartense. Además del valor cultural, las peregrinaciones se han convertido en un punto de interés para turistas nacionales y extranjeros, quienes observan con curiosidad y admiración los rituales, danzas y expresiones populares. Baños advirtió que, en un mundo que tiende al individualismo y al aislamiento digital, prácticas comunitarias como estas funcionan como un contrapeso positivo. Recordó que la convivencia durante las peregrinaciones —ya sea por fe, tradición o incluso por la gastronomía típica que se disfruta en ellas— permite mantener vivo el tejido social local. “Son una oportunidad para pensar en el otro, para fortalecer los lazos de comunidad”, concluyó.