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Samara Martínez lucha por la aprobación de la Ley Trasciende, que legaliza la eutanasia. El asunto le es de vida o muerte
00:10 jueves 11 diciembre, 2025
Colaboradores
—¿Tienes miedo a morir?
—La respuesta es no. Tengo miedo a todo lo que ya me pasó. A perder cuatro riñones. A perder todo, literalmente. ¿A morir? No.
La de la voz está maquillada con discreción y vestida con elegancia. Podría pensarse que el corte de pelo a rape –estilosísimo– es producto de una fantasía estética a lo Ornella Mutti. Lo cierto es que padece lupus, y que los cuatro riñones perdidos derivan de dos trasplantes fallidos, por lo que debe paliar su enfermedad renal crónica terminal conectándose todas las noches 10 horas a una máquina de diálisis. Sin más ayuda que la de su madre, ha traído el armatoste desde Chihuahua a su natal Guadalajara, donde la hemos invitado a presentarse en la Feria Internacional del Libro.
Literalísimamente, Samara Martínez no tiene tiempo que perder: su punto final y su legado ha de ser la Ley Trasciende, que pretende que México sea el undécimo país en legalizar la eutanasia. Ha venido, pues, a la FIL a compartir una mesa con el político Salomón Chertorivski y la psicoanalista Eunice Cortés a fin de visibilizar la urgencia del propósito y socializar sus razones morales. “En nuestro Código Penal… está tipificad[a] como homicidio por piedad”, señala. “Imagínense que te metan a la cárcel por ser piadoso con alguien que sufre”.
Esa “piedad” tránsfuga de otro campo semántico es el corazón del problema: en un país que se pretende laico desde la Reforma, las leyes del siglo XXI siguen acusando atavismos religiosos. “Hay una sensación de superioridad moral de las creencias”, explica Eunice, antes de matizar: “Quien cree en un Dios y está dispuesto a que sea su designio cuándo morir, y ponga ahí toda su agonía, tiene todo el derecho… Lo que queremos es que esa comunidad recíprocamente respete también nuestro derecho cuando se trate de morirnos”.
Lo que la derecha religiosa y la pseudo izquierda hipócrita no parecen alcanzar a comprender es que la ley no sería prescriptiva: “Es una salida de emergencia: no para todas, no para todos, sino para quien decida tomarla”, explica Salomón, a lo que Samara tercia que no persigue más que “otorgar un derecho libre y consensuado para quien así lo desee… Más vale tener el derecho y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo”.
El Dr. Pablo Cruz, médico jubilado, ofrece una poderosa parábola desde su asiento en el público: “Todos en casa hemos tenido alguna vez alguna mascota, algún animalito que se nos pone viejo, que lo atropellan. Lo llevamos al veterinario y nos dice ‘Está sufriendo mucho, hay que dormirlo.’ Y nos duele y lloramos porque es parte de la familia, pero terminamos haciendo un acto de amor para evitar que siga sufriendo nuestra mascota. Pero con un humano no. Con un humano está prohibido.”
Samara lo resume bien en una frase: México debe dejar de criminalizar la compasión.