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AMLO no está contento con lo que sucede. Disfraza su molestia de patriotismo y defensa de la democracia, pero es evidente su incomodidad
00:01 domingo 7 diciembre, 2025
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Si algo dijo López Obrador hasta el cansancio, sobre todo en el último tramo de su gobierno, es que, tras el fin de su sexenio, desaparecería. Afirmó que no volvería a figurar, mucho menos a declarar. “Me retiro por completo”, afirmó varias veces, desde 2021. “Me retiro por completo de la política, me jubilo y no vuelvo a participar en nada, pero no sólo en actos públicos, ni siquiera en declaraciones ni en mensajes en las redes, nada”, dijo en agosto de ese año. Un año después, en noviembre de 2022, señaló: “yo me retiro al terminar mi encomienda, a finales de septiembre del 2024. Me jubilo y no vuelvo a participar en ninguna actividad pública, política, ni siquiera social”. Lo cierto es que no lo ha cumplido. Salió de ‘La Chingada’ para hacer política en junio pasado, cuando no se había cumplido siquiera un año del fin de su sexenio. Participó en la elección judicial, dio un posicionamiento público y hasta respondió preguntas de los medios de comunicación.
Ayer, fue más allá. Rompiendo el decoro y descuidando todas las formas, el expresidente que dejó de serlo apenas hace 14 meses, volvió con todo. No solo subió un largo video a sus redes sociales, con el pretexto de la publicación de su próximo libro, sino que envió mensajes hacia dentro y fuera de la 4T. Lanzó advertencias y se hizo sentir. Amagó con volver, en una franca falta de respeto a la presidenta Sheinbaum, que recién cruzó la aduana de su primer año de gobierno. Le habló a los suyos y también a los opositores. Cuando el gobierno actual apenas florece, él se interpone y pretende erigirse nuevamente como brújula pública de su movimiento. “Aquí mando yo”, le faltó decir. “Tres razones me harían volver”, dijo en tono de amago. “Primero, si atentaran contra la democracia”, dijo. ¿Quién o quiénes? ¿A quién iba el mensaje? ¿A quienes alzan la voz y protestan, que han metido en serias complicaciones su legado, plagado de corrupción, violencia, desconfianza para invertir en México e irresponsabilidad financiera, o a los suyos que han investigado las corruptelas de su sexenio y colaboradores?
La segunda causa, señaló, “para defenderla a ella si hay intentos de golpe de Estado”. ¿Hablaba de la presidenta o de la democracia? Como sea, ¿para defenderla de quién? ¿“Golpe de Estado”? De plano se coloca como prócer. Y tercero: “Defender la soberanía de México”. El señalamiento, en la línea discursiva de los duros de la 4T, parecería hacer eco de lo que propagandistas afines al régimen han repetido sobre la “injerencia” de Donald Trump. Pero más que ser un mensaje hacia EU, el dardo iría para quienes, desde el actual gobierno, como ha repetido la propia Sheinbaum se “coordinan, cooperan y colaboran”. Ese intercambio de información y trabajo conjunto ha dejado mal parado al sexenio que se fue, sus nexos y vínculos criminales. Eso incomoda tanto a López Obrador que deja en claro que no lo aceptará más. El choque ahí es evidente: apenas ayer la embajada de EU felicitó al gobierno mexicano por lo que calificó como “su exitosa operación Michoacán”. AMLO no está contento con lo que sucede. Disfraza su molestia de patriotismo y defensa de la democracia, pero es evidente su incomodidad. Sus palabras forman parte de una narrativa para mantenerse vigente, volverse necesario y preparar el camino del retorno. Si no, ¿por qué hacer sombra a un gobierno que apenas va naciendo? POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN