Vínculo copiado
Dos jóvenes japoneses dejaron su país en busca de forjar un camino en el pugilismo profesional, inspirados por los peleadores tricolores
20:02 viernes 1 abril, 2022
Deporte Nacional e InternacionalAtraídos por leyendas del cuadrilátero como Carlos Zárate, el Púas Olivares, JC Chávez y Canelo Álvarez, dos jóvenes japoneses (Yota y Daichi) decidieron cruzar el océano Pacífico para instalarse en el gimnasio Pancho Rosales. Llegaron hace cuatro meses. Yota Sato tiene 16 años, es de la prefectura de Aichi (Nagoya), sólo sabe decir “buenos días” en español, vive en una pensión por avenida Revolución y ya sufrió el robo de ropa y dinero. Dice que quiere ser campeón del mundo. Daichi Watanabe tiene 30 años, fue chico malo en Osaka, donde se drogaba y peleaba en las calles. Vive en la colonia Guerrero y entrena niños en Tepito, por lo que aprende un español que incluye palabras como “chinga-mare”. Es el entrenador de Sato y su intérprete. También quiere hacer historia, a más de 11 mil kilómetros del lejano oriente. Yota Sato utiliza las manos para mantener a los sparrings mexicanos a la distancia y para cocinar en un restaurante japonés en Polanco. Sin el idioma español, el jovencito vive un mundo sin subtítulos, lejos de la familia, pero con la ilusión de regresar a la prefectura de Aichi (con siete millones de habitantes) como campeón. ¿Por qué dejar la ciudad natal y perderse en la Ciudad de México?, le traduce su entrenador. Sota responde que “el peleador mexicano es muy valiente y quiero aprender de ustedes”. Daichi comenta que su pupilo es muy rápido, mide 1.75 metros y pesa 65 kilos. Ya tuvo cuatro combates, con tres victorias y una derrota. “Sato era velocista y hace un año corrió los 100 metros planos en 11 segundos”. Curiosamente, el deporte que más dificultad le daba era el boxeo, pero su empeño lo llevó al cuadrilátero. “Es buena semilla y un promotor japonés que vive en México desde hace 15 años lo observó con los guantes y decidió prepararlo en este país”. Daichi también fue boxeador y peleó en México hace dos años. “Perdí y luego tuve problemas de retina, por lo que ahora me dedico a entrenar a Sato y a otro peleador (por las tardes entrena niños en Tepito). Me gusta México por peleadores como Carlos Zárate y Rubén Olivares. De adolescente fui chico malo, peleaba en las calles y me drogaba. Nunca escuela. Un día recibí una charla de un boxeador (Sakamoto Hiroyuki) y cambió mi vida”. Sato y Daichi entrenan en el gimnasio Pancho Rosales y corren en Los Viveros de Coyoacán. El plan es que Yota Sato aprenda del boxeador mexicano y retorne a disputar el cinturón de oro en Japón, hasta cumplir la mayoría de edad. La apuesta es que debute como profesional en México. Sato quiere ser como el campeón japonés Naoya Inoue. Daichi Watanabe pretende estar en su esquina cuando esté listo para el profesionalismo. Por el momento, Sato debe aprender español y a tener la valentía de Zárate o el Púas Olivares, además de mantenerse en la cocina japonesa. Daichi aprende rápido el idioma, donde sus maestros son habitantes de la colonia Guerrero y de Tepito, donde el “chinga-mare” es el pan de cada día. EXCELSIOR