Claudia Sheinbaum pintó su raya, al fin. Fue sutil y cuidadosa, pero marcó una línea entre su estilo y el de su antecesor, López Obrador. El ex Presidente vio con menosprecio y desairó las cumbres y foros globales, de los que México estuvo prácticamente ausente seis años (representado, en todo caso, por la Cancillería); la Presidenta les ha dado la relevancia que tienen. Sheinbaum decidió asistir a Río de Janeiro, Brasil, a la Cumbre del G20. Ahí estuvieron las veinte potencias económicas del mundo, y nuestro país es una de ellas. Nada se ganaba con autoexcluirnos. Muchas oportunidades se dejaron pasar por minimizar la relevancia de esos espacios. Nuestro país es uno de los más grandes en tamaño, población y en términos económicos. Es uno de los pocos de esa magnitud, además, gobernado por una mujer. Sheinbaum debía estar en el foro y estuvo. Fijó su agenda, avanzó en sus temas (medio ambiente, sobre todo, proponiendo la implementación de Sembrando Vida en el mundo), pero principalmente regresó a México a la primera división en el concierto internacional. Dejar el asiento vacío habría sido un desperdicio. Se pensará que se gana poco hablando en una Cumbre en la que casi nada se acuerda, pero hay enorme utilidad en los encuentros bilaterales. En menos de 24 horas, la Presidenta se reunió con el presidente de EU, Joe Biden; de China, Xi-Jinping; de Francia, Emmanuel Macrón; de Brasil, Lula Da Silva; de Chile, Gabriel Boric; de Colombia, Gustavo Petro; con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Nada mal. Habrá tiempo para revisar la profundidad de lo discutido en Río, pero en esto la forma es más relevante que el fondo. La Cancillería de Juan Ramón de la Fuente ha empezado con el pie derecho: Sheinbaum reconoció de inmediato el triunfo de Trump en EU, y ahora acude al primer gran encuentro de líderes del mundo. Todo en los primeros dos meses de mandato. Para ser relevantes en el mundo, hay que dimensionar el lugar que ocupamos, y ocuparlo. El gobierno de Sheinbaum lo ha entendido. No podemos aislarnos. “La mejor política exterior, es la interior”, decía AMLO cada vez que era cuestionado sobre su negativa a salir de México. Como en otras tantas cosas, se equivocó. Mandó la política exterior a segunda división. Ahora se recompone el camino. Hay mucho que tejer hacia adelante, pero este es un buen inicio. -Off the récord

Se desliza el nombre de Miguel Torruco Garza para ir a la embajada de México en Washington, en sustitución de Esteban Moctezuma. ¿Qué mano misteriosa empuja su perfil? ¿Él podría hacer frente a Donald Trump y su cascada de amenazas y amagos? ¿Tendría las atribuciones de negociar con un gobierno tan impredecible como el que llegará el 20 de enero a la Casa Blanca? ¿Podría atemperar a un sinfín de radicales que rodean a Trump, que buscarán en México al villano de la película? ¿Es una carta de Palacio Nacional o de la Cancillería? POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN   

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