Semana de filtraciones. Menciono tres. Los Televisa Leaks que dio a conocer Germán Gómez donde muestra poco a poco las diversas campañas negras para las que era contratada una supuesta compañía de comunicación externa dirigida por Javier Tejado Dondé. El disco duro extraído por Gómez se supone contiene material de cómo se crearon y difundieron diversas campañas para hundir o ensuciar la imagen de personajes públicos: Slim o Aristegui. Ahí se menciona como cliente al ex ministro Zaldívar. Curiosamente Aristegui recibe este material por medio del cual también fue agraviada cuando dejó esa empresa. Y le viene como anillo al dedo subir al patíbulo a Zaldívar, que podría considerarse un actual aliado de la 4T.

La siguiente filtración corresponde a los audios presentados por Manuel Pedrero, entregados por César Gutiérrez Priego, hijo del general Jesús Gutiérrez Rebollo. Allí se escuchan conversaciones de Nilda Patricia Velasco, esposa de Zedillo, haciendo negocios con narcos. Su relación con la maña ya había sido platicada en esta columna, dado que Francisco Cruz, en por lo menos dos libros, la describe. Es petulante decir ”se los dije”, pero se los dije.

El Maestro Julio Hernández, “Astillero”, preguntó a César ¿por qué da a conocer ahora los audios y no desde 1996? A lo que el candidato a juez le explica que “simplemente no había las condiciones judiciales correctas”.

De hecho, él fue hace años a la Fiscalía y estos perdieron esas copias del material. Pero él guardó sus cassettes. Y qué bien que lo hizo ahora que reaparece Zedillo, a quien debe haberle afectado el Alzheimer, lo mismo que a quienes lo quieren postular como héroe, salvador y profeta de la derecha.

Ahora bien, la última filtración se trata de una llamada hecha por un narco a un menor de edad para enlistarlo. Al principio le ofrece 15 mil pesos, después (como que no quiere la cosa), le habla de siete mil y le dice que además le entregará una troca, estupefacientes y un arma. Cuando le pregunta al niño si tiene armas, el chaval le contesta que tiene “una AK”. El malandro se ríe y comenta: “ah qué caray, me saliste más canijo”.

POR FERNANDA TAPIA

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