“Que vayan sus mamás”. Así dijo Layda Sansores, gobernadora de Campeche, a los policías que reclamaban su presencia, mientras protestaban porque alguien tuvo la idea de mandar un contingente de mujeres desarmadas a controlar un motín carcelario. ¿Qué cuentan esas policías? Que en la prisión las esperaban presos armados, incluso muy armados –cócteles molotov, machetes, y la lista sigue–, y que, consecuentemente, sufrieron una violencia brutal, que incluye agresiones sexuales, sin tener la menor posibilidad de defenderse.  El horror de la cárcel de San Francisco Kobén nos recuerda, por enésima vez, que estamos en mal sexenio para ser mujer. No fue el único recordatorio de la semana, por supuesto. Un par de días antes, el presidente, que se ha negado a recibir a las madres buscadoras, le dijo a una de ellas cuando se presentó con una pala en la entrada de Palacio Nacional, la pala que usa para buscar a sus dos hijos desaparecidos, lo de “que me la deje aquí”. Luego matizó e hizo la promesa de recibirla tras las elecciones, pero el contestón ahí queda.  Imagino las objeciones que vendrán en este punto: que este es un país terrible para ser mujer hace ya mucho tiempo, en realidad desde siempre, y por lo tanto, sin duda, desde antes de 2018. Es cierto. Con todo, hay algunas novedades, desde la decisión de cerrar guarderías y refugios; hasta los números implacables, esos que nos dicen que, en el sexenio de los abrazos, los asesinatos de mujeres han aumentado considerablemente, mes a mes y también respecto a los sexenios previos; y, claro, hasta la actitud “mi pecho no es bodega” con que el presidente lo mismo descalifica a los movimientos feministas por “conservadores”, que, ante el asesinato de una niña, Fátima Cecilia, se limita a echarle la culpa al neoliberalismo. Desde luego, quedan para el recuerdo otros momentos, como el mordisco a otra niña, durante el Cachete Tour de la pandemia, o apuntes de política social como que las chicas son magníficas cuidadoras de nuestros viejitos. Sin olvidar, claro, las vallas en Palacio Nacional cada 8M. En fin, en esto ha terminado el sexenio más feminista de la historia. En esto, y en una exhibición impúdica de varios propagandistas, que con lo de Ceci Flores se tiraron de cabeza a los sótanos de la comentocracia, y miren que los estándares no eran muy elevados que digamos. Que pobre presidente: que no le reclamen al gobierno, pinches madres que crían criminales, pasó a decir algún cretinazo. Aunque seamos justos: hay al menos una mujer a la que sí le ha venido bien el sexenio. Doña Layda dijo que la responsable de seguridad pública del estado es y será Marcela Muñoz, y que le hagamos como queramos tú, yo, las personas que se manifiestan en Campeche y, por supuesto, las policías que mandaron al matadero. POR JULIO PATÁN