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¿Cómo hubiera reaccionado Trump a, digamos, una bandera gringa quemada, o a una piñata suya azotada por el pueblo bueno?
00:02 lunes 17 marzo, 2025
ColaboradoresNo se engañen: al Doctor Patán, lo dije hace días, el corazón se le inflama con incandescencias revolucionarias cada vez que contempla el Zócalo lleno. Es precioso ver al pueblo bueno corear a sus líderes, el primero de los cuales fue y será el Zar de la Plaza de la Constitución. El Archiduque del Mitin. El Emperador del Toldo y la Tarima. El Ex Quinto Presidente Más Popular del Mundo. De hecho, va la propuesta: ¿y si rebautizamos el Zócalo como “Plaza de Andrés Manuel López Obrador”?
Dicho lo anterior, creo que es momento de usar el Zócalo para otras cosas. Lo digo porque la asamblea informativa del otro día, seamos francos, no salió como debía. En opinión de su Doctor, los problemas se remontan a la idea original misma, que era lo de explicar la estrategia contra arancelaria frente a una multitud ahíta de orgullo nacionalista y pulsiones anti yanquis. O sea, sí estaba emocionante, pero no sé si necesitábamos patear el avispero. ¿Cómo hubiera reaccionado Trump a, digamos, una bandera gringa quemada, o a una piñata suya azotada por el pueblo bueno? Consolidar este proceso revolucionario que es la 4T implica cierto pragmatismo, es decir, no cerrar la llave del dólar con una aranceliza de, digamos, el 450%. A lo que voy es a que a veces hay que meterle freno al arrebato anticolonial en la plaza pública, y conformarse con una charanda con tepache y una playlist de la nueva trova en la intimidad de la casa.
Por fortuna, los aranceles se pospusieron y ya no hizo falta aporrear, quemar, pisotear u orinar nada –el pueblo indignado llega a extremos insospechados–, de ahí que el encuentro popular en el Zócalo, que la oposición maligna etiquetó como “Chairo Fest”, se viera entre artificioso y trastabillante.
No es que su servidor comparta esa percepción. Me explico. Fue artificioso, aunque solo en apariencia, por el despliegue de autobuses, sindicatos, trabajadores del gobierno y funcionarios, puestos en sillas muy organizaditas, muy con una disposición de geometrías rigurosas. Su Doctor sabe que el priismo se acabó y que ese despliegue fue producto de la espontaneidad de nuestro pueblo, generosísimo. Pero la imagen, reconozcámoslo, era digna de confusión.
Lo peor: lo trastabillante. Hablo, por supuesto, del momento tan comentado en el que la aristocracia del espíritu que lidera a nuestro movimiento –el doctor Monreal, el compañero Velasco, el Adán, la Luisa María– se distrajeron con la cercanía del bodocón, puro magnetismo rebelde, y no vieron a la presidenta. Fue, ya lo dijo nuestra líder, un incidente menor, pero el calambre para nosotros, los fieles, fue mayúsculo. Por un momento pareció lo impensable: que en el movimiento había rencillas. Veneno. Mala sangre.
Fiu, pero igual, porfa, evitemos estos momentos. Insisto: usemos el Zócalo para otra cosa.
POR JULIO PATÁN
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COLABORADOR
@JULIOPATÁN09