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#ESNOTICIA
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Tengo serias reservas acerca de la así llamada reforma judicial, y desde siempre me he opuesto a que jueces o encargados de la procuración de justicia sean electos. ¿Por qué? Muy sencillo: yo no quiero policías, procuradores o jueces que estén más preocupados por lo que resulta “popular”
00:02 miércoles 21 mayo, 2025
ColaboradoresEl próximo domingo 1 de junio se realizará un ejercicio inédito en la historia de nuestro país: la elección de ministros, magistrados y jueces transformará radicalmente la composición de nuestros órganos de justicia.
¿Suena romántico y prometedor? ¿O le suena más bien aterrador? ¿O ya no sabe usted a quién creerle: a los alelúyicos o a los apocalípticos que pintan todo color de rosa o negro profundo?
Después de meses de análisis, de debates profundos o superficiales, de advertencias y promesas, ese domingo millones de mexicanos decidirán dos cosas: primero, si deciden o no participar en el ejercicio y, después, en caso afirmativo, por quiénes votarán.
Muchas voces llaman a no votar, para no convalidar una reforma que consideran gravemente perjudicial para el sistema jurídico mexicano. Muchos otros se indignan ante los llamados a la abstención y, como de costumbre en nuestro tan amado país, cada uno acusa al contrario de ser un traidor a la patria. El término está ya tan devaluado por la frecuencia de uso que parecería baladí, pero lo cierto es que a México lo que le urge es debate serio e informado, y no descalificaciones.
Tengo serias reservas acerca de la así llamada reforma judicial, y desde siempre me he opuesto a que jueces o encargados de la procuración de justicia sean electos. ¿Por qué? Muy sencillo: yo no quiero policías, procuradores o jueces que estén más preocupados por lo que resulta “popular” que por lo que es lo justo, lo ético, lo correcto.
Esa tendencia a creerse dueños de la verdad, tanto en el oficialismo como en la oposición, lleva a la cancelación del diálogo, de la conciliación.
Se cuenta que, durante la Guerra Civil estadounidense, uno de sus generales se acercó con Abraham Lincoln antes de una batalla crucial y le dijo: “Señor presidente, no tema usted, venceremos porque Dios está de nuestro lado”, a lo que Lincoln sabiamente respondió: “General, lo que verdaderamente me preocupa es saber si nosotros estamos del lado de Dios”. En esa duda existencial, en ese cuestionamiento a uno mismo, radica la madurez del estadista y el alejamiento de las falsas dicotomías entre lo bueno y lo malo.
Así que, mis queridos lectores, si ustedes van a votar, tienen mi comprensión y mi respeto. Y si no van a votar tienen también mi comprensión y mi respeto, porque en un país que aspire a ser justo y democrático tienen que caber todas las opiniones.
Posdata:
La tragedia del buque-escuela Cuauhtémoc, en Nueva York, ha dado pie a algunas de las expresiones más odiosas e insidiosas en mucho tiempo. Sin respeto alguno por los muertos y heridos, ni por la tripulación del barco y de la Marina Armada de México, han corrido juicios y aseveraciones sin sustento y con la única intención de llevar agua al respectivo molino político de cada quien.
Los peritajes de las autoridades competentes (estadounidenses, por cierto) determinarán lo que sucedió y deslindarán responsabilidades. Pondrán también a cada quien en su lugar.
Desde aquí mis condolencias y solidaridad a las víctimas y a sus seres queridos.
POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS
@GABRIELGUERRAC