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San Luis Potosí ha demostrado, en los últimos años, una notable capacidad para posicionarse como un nodo logístico y comercial estratégico
00:10 miércoles 24 septiembre, 2025
ColaboradoresCuando el 5 de junio se inauguró la nueva ruta aérea San Luis Potosí–Atlanta, muchos celebraron el acontecimiento como un símbolo del progreso regional. El corte de listón, encabezado por el gobernador Ricardo Gallardo Cardona y ejecutivos de Aeroméxico y Delta, marcó algo más que una nueva línea en el mapa: era una promesa de crecimiento, conectividad global y atracción de inversiones. Sin embargo, apenas cuatro meses después, esa promesa podría venirse abajo. La decisión del Departamento de Transporte de Estados Unidos (USDOT) de terminar la inmunidad antimonopolio entre Delta y Aeroméxico pone en riesgo la viabilidad de este vuelo y plantea preguntas incómodas sobre la política aérea del país.
San Luis Potosí ha demostrado, en los últimos años, una notable capacidad para posicionarse como un nodo logístico y comercial estratégico en el centro del país. La conexión directa con Atlanta, uno de los aeropuertos más transitados del mundo, significaba acceso a más de 200 destinos globales, atracción de empresas transnacionales, y una ventana al intercambio cultural y turístico. No es un vuelo cualquiera, es un símbolo de estatus económico y visión internacional.
Pero esta ruta nació bajo una estructura que ahora se tambalea. La alianza entre Delta y Aeroméxico permitía operar como un solo agente económico en rutas transfronterizas, optimizando horarios, compartiendo ingresos y ofreciendo precios más competitivos. Era, para fines prácticos, un matrimonio estratégico. Su disolución, dictada por el USDOT y efectiva a partir del 1 de enero de 2026, obedece a la percepción de que México ha violado los principios del Acuerdo de Transporte Aéreo bilateral firmado en 2015. Entre las quejas están la confiscación de slots en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), la restricción de operaciones de carga, y decisiones unilaterales que perjudican a aerolíneas estadounidenses, básicamente por la decisión tomada en su momento por el ahora expresidente Obrador, de obligar a trasladar vuelos de pasajeros y carga desde el AICM al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
La respuesta del gobierno mexicano ha sido tibia, cuando no evasiva. Se asegura que el impacto económico será mínimo, aunque faltan los datos técnicos y el diagnóstico detallado. No es extraño pensar que hay incertidumbre del sector y se dejen desprotegidas a las economías locales que dependen de esta conectividad, como es el caso de San Luis Potosí.
En el ámbito local sí se ha mostrado mayor diligencia. La Secretaría de Desarrollo Económico de San Luis Potosí (Sedeco) ha reconocido abiertamente el riesgo y ha iniciado conversaciones con otras aerolíneas para mantener y ampliar la conectividad internacional del estado. Este enfoque reactivo y propositivo merece ser subrayado por que no se trata solo de salvar un vuelo, sino de preservar el modelo de desarrollo económico que el estado potosino ha venido consolidando con trabajo, visión y apertura al mundo.
Además, es necesario advertir que la posible cancelación del vuelo a Atlanta tendría efectos que van más allá de los boletos vendidos o los itinerarios turísticos. Afecta a la planta laboral local, a los servicios logísticos, al turismo de negocios y a la percepción de estabilidad e integración global que tanto cuesta construir y tan fácil se puede perder. También representa un riesgo para la cadena de valor en sectores industriales que dependen de una movilidad eficiente, desde la manufactura hasta el sector automotriz, en los cuales San Luis Potosí es referente nacional e internacional.
Por ello, resulta urgente que el gobierno federal adopte una postura más responsable y técnica frente a la disolución de la alianza Delta-Aeroméxico. No basta con "no creer" que habrá consecuencias; es momento de actuar con datos, diálogo bilateral y políticas públicas que favorezcan la competencia y respeten los acuerdos internacionales. En este sentido, el llamado de los sectores involucrados no es solo a preservar rutas, sino a restaurar la credibilidad de México como socio confiable en la aviación comercial global.
Mientras tanto, el trabajo de la Sedeco potosina debe continuar y profundizarse. Las gestiones con otras aerolíneas para ampliar rutas nacionales son un paso en la dirección correcta, pero el verdadero reto será sostener conexiones internacionales estratégicas que permitan al estado seguir siendo competitivo y atractivo.
San Luis Potosí no puede depender del vaivén político ni de las decisiones centralistas que, desde la capital, ignoran los efectos reales en las regiones. El vuelo a Atlanta fue una conquista que costó años de trabajo, no solo en gestiones gubernamentales, sino en posicionamiento industrial, inversión extranjera y confianza empresarial. Perderlo por errores ajenos sería lamentable; pero perderlo por omisión, sería imperdonable.