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Jorge H. Calvilla
02:06 miércoles 29 julio, 2020
ColaboradoresDespués de más de 100 días de cuarentena, según datos de la Organización de las Naciones Unidades alrededor de 156 millones de estudiantes en la región de América Latina y el Caribe se han visto afectados por la pandemia del COVID-19. Lo cual representa el 95 % de la población estudiantil que está realizando un estudio formal en cualquier nivel académico.
Esto también impactó de manera particular a las universidades, históricamente presenciales, lo cual vino a visibilizar con mas fuerza su desfase y retos importantes. Uno de ellos, sin duda, fue el de adaptarse rápidamente a la virtualidad, a esto que hemos decidido llamar “docencia a distancia”, que si bien, la buena intención no se niega, básicamente lo que pudimos hacer al paso de los meses, fue trasladar la típica clase presencial a cada uno de los hogares mediante el uso de plataformas tecnológicas.
Si bien esto solo refleja un poco los inconvenientes a los que ya se enfrentaban los sistemas universitarios: añade un grado más de complejidad a retos no resueltos, como el crecimiento sin aseguramiento de la calidad o inequidades en el acceso y en el egreso de la misma.
Tras cuatro meses de educación a distancia las universidades están “repensando” e nuevos modelos educativos que les permitan ser más flexibles y puedan sortear, de alguna manera, el tema presencial de sus estudiantes y docentes en el espacio académico común. Si bien sectores como el turismo o la industria, ya estaban involucrados en la dinámica de la tecnología; en el caso de la educación superior no era así o al menos de manera homogénea y progresiva; sin embargo, de un momento a otro nos hemos tenido que descubrir a otro nivel y a conocer el verdadero potencial de nuevas dinámicas educativas; y aunque somos conscientes de que era imposible prepararnos para esto, porque nadie lo esperaba, es una oportunidad única para dar un paso adelante y apropiarnos de mejores prácticas educativas con base a los recursos y dispositivos electrónicos en la virtualidad en consonancia con lo que ya conocemos y dominamos.
La “nueva normalidad” en la educación traerá modelos de alternancia entre lo presencial y lo virtual, y en muchas ocasiones la virtualidad tomará el protagonismo, pero esto será una curva de aprendizaje muy larga para toda la comunidad educativa porque tendrá que transformarse, y para ello necesitamos avanzar más allá de la ley, es decir, quien esta viendo la formación al profesorado, cómo y cuando se están creando políticas educativas que permitan la implementación, evaluación y acreditación la calidad de los sistemas en línea y cuál sería la apuesta gubernamental (además de Google) por el desarrollo y la expansión de la educación en línea, como complementaria o como base al sistema universitario actual. Hoy, la educación universitaria no puede seguir hundida en el estatus quo de la presencialidad. Es tiempo de arriesgarse, tomar caminos diversos, explorar y ajustar en el tiempo. Esto también aplica a los sistemas de ingreso a las mismas. Claro ejemplo la UNAM hace unas semanas o el de la UASLP este fin de semana pasado. Ya que el mensaje oculto detrás del mecanismo presencial para hacer el examen de acceso a su oferta es el de no tener capacidad para soltar el pasado. Aferrarse a lo ya conocido es solo el indicio de los retos que deben enfrentar los sistemas universitarios en la actualidad.
Los cambios en esta era se producen rápidamente. Solo imaginarnos estos sucesos 10 años atrás con la influenza hubiera sido el acabose de muchas instituciones que, de no ser por el Estado, hubieran desaparecido, cuando la brecha digital era mucho más amplia y las plataformas digitales no se habían democratizado en un espectro amplio. Los índices de abandono escolar serían muchísimo más escandalosos que hoy en día. Y la curva de aprendizaje hubiera costado el triple ante una plantilla docente mayoritariamente por encima de los 50 años en promedio.
Otro aspecto es que la transformación digital ha traído nuevas generaciones, nuevos perfiles de estudiantes que hoy están ingresando en la universidad y que le exigen nuevas formas de aprender. La tecnología ha impulsando el aprendizaje autónomo, donde el estudiante no solo es espectador de información, sino también generador ya que las usa para comunicarse, para acceder a información masiva y claro, para divertirse. Es ahí donde el reto es se vuelve mayúsculo porque como docente tienes que crear el espacio virtual atrayente e inquietante que detone su aprendizaje, lo cual tiene un costo psíquico y físico que puede resultar aburrido y demandante para el estudiante.
El estudiante busca ser protagonista de su proceso de formación, valiéndose de los recursos a su alcance para aprender e interactuar durante su formación, hacia dónde lo conduce y las capacidades y competencias que le proporcionará. Esto resulta fundamental porque nos debería hacer reflexionar sobre todos estos procesos para buscar adaptarnos lo antes posible a sus nuevas necesidades, porque, en definitiva, cuanta más experiencia tenga el estudiante, más exigirá la personalización del proceso de enseñanza.
El sistema universitario deberá crear espacios disruptivos al paso de las siguientes semanas, de lo contrario, tendrá que seguir adaptando lo que ya sabe hacer al futuro de la educación que avanza a pasos mas que agigantados. Nuestra tarea como profesores no debe inscribirse a operar lo ya conocido, sino a innovar junto a los estudiantes las formas de relacionarnos en espacios comunes asincrónicos.
* Profesor de tiempo parcial en sistemas universitarios públicos y privados en el Estado de SLP. Diplomado en redes de comunicación virtual por la Universidad Politécnica. Experiencia en educación media superior por 14 años. Diplomado en aprendizaje en línea (e-learning) por la Universidad del Valle de México.
Contacto: [email protected]