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06:20 viernes 3 enero, 2020
PLUMAS NACIONALESEditorial EL UNIVERSAL / ¿Es mucho pedir un gobierno capaz?
En estos tiempos, en los que se firman acuerdos internacionales sin leerlos previamente, vale la pena tener presente la advertencia de Alexander Hamilton (1757-1804): “aquellos países que no puedan dotarse de un buen gobierno estarán condenados a la decadencia y la disfunción”. ¿Es mucho pedir un gobierno capaz? ¿Deberíamos tener, como lo tuvo China hace 1,300 años, un sistema de exámenes con el fin de encontrar a los más capaces para desempeñar los cargos más altos del gobierno? La advertencia y la pregunta son pertinentes en todo momento, pero lo es aún más al cumplirse el improductivo primer año de un gobierno populista que privilegia la lealtad y la obediencia por encima de la capacidad, que desprecia el conocimiento técnico y la experiencia, que confía en el pensamiento mágico y el voluntarismo para enfrentar los problemas del país, que pide permiso a la Madre Tierra para construir infraestructura e incluso quiso llevar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación las bondades de la energía cósmica y la semiología de la vida cotidiana. Desde luego, hay que reconocer que el Jefe del Ejecutivo ha tenido éxito en la conquista del poder por el poder en sí mismo: se ha apoderado de los principales contrapesos políticos construidos en el presente siglo. En ese lapso, ha cometido los peores errores estratégicos, como derrumbar la economía y dejar hacer-pasar al crimen organizado, pero goza de una confianza popular todavía mayoritaria, lo cual, por cierto, no es un fenómeno nuevo ni extraño, sino una característica propia de los regímenes totalitarios. El Jefe del Ejecutivo está en una campaña permanente y, de acuerdo con algunas encuestas, el 50 por ciento de la población piensa que lo hace porque buscará reelegirse. “Los movimientos totalitarios, como explicó Hannah Arendt, sólo pueden hallarse en el poder mientras estén en marcha y pongan en movimiento todo lo que hay en torno a ellos”. Ejemplifica con los casos de Stalin y de Hitler, señalando que ninguno hubiera sobrevivido a las intrigas “de no haber contado con la confianza de las masas”. A la luz de los resultados, podemos reducir que la campaña permanente no le ha dado tiempo de gobernar y tampoco de elegir serenamente a sus colaboradores. No tiene empacho en confesarlo. El 13 de agosto pasado afirmó: “Yo tengo que echar mano de instituciones y de servidores públicos honestos, porque eso es lo principal; 99 por ciento es honestidad, uno por ciento es capacidad”. A continuación mostró un proverbial desprecio por el conocimiento, los estudios y la experiencia, iniciando así un camino que meses más tarde lo llevaría a llamar “patitos” a las grandes universidades del mundo, donde se graduaron muchos de los tecnócratas que gobernaron en el pasado y algunos de los populistas que integran la nueva élite del poder. Tres meses después, el 29 de noviembre, al nombrar a un miembro de su guardia civil personal como director de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), indicó: “Si hablamos en términos cuantitativos, (valoro) 90 por ciento honestidad, 10 por ciento experiencia. ¿Cómo la ven?” Aunque había sido rechazado cinco veces en el Senado, Ángel Carrizales, dijo, “pasó la prueba en Presidencia y resulta que a mí me toca nombrarlo”. Ambos ejemplos indican que con el actual presidente no podemos esperar un gobierno capaz. La administración pública será de fanáticos y, en las actuales circunstancias, parece que sí es mucho pedir un gobierno profesional. Las prioridades son político electorales y la tarea fue muy bien descrita por Arendt y aplica exactamente al momento actual: “Mientras los mantenga unidos, los miembros fanatizados no pueden ser influidos por ninguna experiencia ni por ningún argumento; la identificación con el movimiento y el conformismo total parecen haber destruido la misma capacidad para la experiencia, aunque esta resulte tan extrema como la tortura o el temor a la muerte”. Por eso, el gobierno derrocha cientos de millones de pesos en 100 universidades patito sin exámenes de admisión, sin rigor académico y sin posibilidad de que sus egresados encuentren trabajo: simplemente están ahí para ser adoctrinados y, en su caso, para ser utilizados como grupos de choque, dentro o fuera de los fascistas comités para defender la 4T. OPINIÓN / La transformación del trabajo en México
A partir de 1986, sucesivos gobiernos mexicanos le apostaron a que nuestra economía fuera globalmente competitiva merced a los bajos salarios. Ello se instrumentó por la vía del control político de los trabajadores. Patrones, gobierno y cúpulas sindicales, sometieron a las clases trabajadoras a un sacrificio de la libertad sindical, y, por lo tanto, también del salario. Nos jactamos de contar con bajos salarios como una (ilusoria) ventaja comparativa. La prolongada política del castigo salarial, desde el mínimo hasta el manufacturero, trajo como consecuencia que hoy dos tercios del ‘pastel’ del ingreso nacional van al capital y únicamente un tercio al trabajo, aun cuando este último representa a la inmensa mayoría de la población. Los países europeos industrializados que siguieron políticas de fortalecimiento del mercado interno alcanzaron la proporción inversa: dos tercios al trabajo, un tercio del ingreso nacional para el capital. El rezago salarial provocó también la multiplicación de personas en el sector informal, hasta llegar, según algunas estimaciones, al 56 por ciento del total de la fuerza de trabajo. ¿Para qué partirme la espalda ocho horas en un empleo formal, si gano más de vendedor ambulante? Hay tres fuerzas que deben ser tomadas en cuenta cuando deseamos entender qué pasa en el mercado laboral mexicano: a) La globalización misma: la integración de las economías impulsada por la integración de cadenas globales de valor. b) El cambio tecnológico y sus efectos en los mercados laborales. c) La reducción de la participación del ingreso del trabajo en el Producto Interno Bruto (PIB). Nos acostumbramos por mucho tiempo a decir que China hacía productos chafas y que sus trabajadores eran incluso más explotados que los mexicanos. A partir de 2012, los salarios manufactureros en China rebasaron a los niveles registrados en México. China está creando una clase trabajadora más próspera, que está saliendo de la pobreza rural y de los empleos de baja especialización. Ello ha sido resultado de incrementos salariales para reflejar tanto los aumentos en la productividad del trabajo, como la creciente diversidad de las combinaciones de la mano de obra con la tecnología. Esta es la gran lección política y social que debemos aprender: la segmentación de nuestra sociedad de manera tal que la riqueza y el ingreso se concentran en un pequeño puñado de personas representa un riesgo a la convivencia entre nosotros. México necesita un Estado que abandone la represión salarial. En los albores del T-MEC, los lamentos de que el proteccionismo estadounidense y canadiense nos privó de nuestra ventaja competitiva basada en los bajos salarios, tendrá que dar paso a emprender nuevas políticas de desarrollo de la fuerza de trabajo, incluyendo nuevas combinaciones de mano de obra con innovaciones tecnológicas. Estas herramientas serán mucho más eficaces para fines de inclusión y movilidad social ascendente que las meras transferencias de efectivo. La 4T tiene ante sí la magnífica oportunidad de impulsar políticas públicas que generen los incentivos correctos, tanto en el salario mínimo como en el manufacturero. Sin embargo, también tendrá que cuidar que las políticas públicas en educación, salud y previsión social —en suma, estrategias de desarrollo de la fuerza de trabajo— no destruyan logros previos, sino que sienten las bases de avances duraderos y sustentables. En el declive del viejo corporativismo, no cabe su sustitución por otro de color diferente. Por el contrario, los dirigentes políticos que sepan leer correctamente este nuevo escenario serán previsiblemente favorecidos con el voto de los trabajadores y la confianza de la sociedad. Profesor asociado en el CIDE.
@ Carlos_Tampico Frentes Políticos
1. Listado. “Serenar al país”, desplegar 100 mil elementos de la Guardia Nacional, generar condiciones económicas de desarrollo y bienestar, llegar al primero de diciembre de 2020 habiendo sentado las bases de su proyecto, desterrar la corrupción en el ámbito público… Estos son algunos de los propósitos de año nuevo que el presidente Andrés Manuel López Obrador compartió. Antes de que concluya enero, dijo, será aprobado el T-MEC en el senado de Estados Unidos, lo que permitirá atraer más inversión al país y generar crecimiento. Pronosticó que a partir de la aprobación del tratado comercial, la iniciativa privada de nuestro país fortalecerá sus inversiones. El titular del Ejecutivo inicia el año con toda la actitud. Que ese compromiso lo asuman todos y cada uno de los que conforman el gobierno. Si no, el único camino será el fracaso. Y lo saben. 2. Tareas pendientes. Una encomienda para Miguel Torruco Márques, secretario de Turismo: el mercado aéreo entre México y EU no logró despegar en los primeros once meses de 2019. Hasta noviembre, el intercambio de pasajeros entre ambas naciones muestra una contracción de 1%, lo que se traduce en 283 mil 324 usuarios menos, según los datos de la Agencia Federal de Aviación Civil. La afluencia tuvo alteraciones, sin embargo, fue a partir de julio cuando se presentó la mayor caída. Dichas cifras coincidieron con las de la Secretaría de Turismo. Mucho tiene que ver la Alerta de Viaje que EU tiene para México, en donde lo clasifica en nivel 2, lo que significa que los turistas deben incrementar sus medidas de seguridad. ¿Qué se le ocurre, don Miguel, para revertir esta tendencia? 3. Los obstáculos del desarrollo. El presidente Andrés Manuel López Obrador consideró que los señalamientos del EZLN de defender las tierras indígenas que pudieran ser afectadas por la construcción del Tren Maya “hasta con su vida”, representan sólo propaganda sin sustento. “Nosotros no vamos a afectar a nadie, menos a las comunidades indígenas, nosotros no somos así”, comentó. Además afirmó que a los dirigentes del EZLN les hace falta informarse sobre las acciones que se han emprendido en favor de las comunidades indígenas. 80 mil campesinos de Chiapas, por ejemplo, son beneficiados por el programa Sembrando Vida. “Por eso me extraña, si yo no soy Salinas”. Hay que recordar que no se trata de buenos y malos, sino de construir un país. 4. Preocupación generalizada. Para revertir la situación de inseguridad actual, el Senado ha presentado 14 iniciativas en materia de seguridad y 21 proposiciones con punto de acuerdo. Además discutieron y votaron 34 dictámenes en el Pleno. Entre los asuntos más destacados se encuentra la aprobación de un dictamen para incluir el robo a los servicios de autotransporte federal de carga, pasajeros, turismo o transporte privado, dentro del catálogo establecido por la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, esto debido a la alta incidencia y la forma violenta en la que suele perpetrarse. La presidenta de la Mesa Directiva del Senado, Mónica Fernández, tendrá mucho trabajo para lograr que aterricen todas las iniciativas. Tienen el poder de detener las ráfagas de plomo desde su curul. Háganlo. 5. A la vanguardia. Por petición de Andrés Manuel López Obrador, hace unos meses Jorge Alcocer, el secretario de Salud, negoció con el laboratorio Gilead Sciences la compra del esquema antirretroviral más avanzado del mundo para personas infectadas con VIH. Con esto el país se pone al día en las recomendaciones internacionales sobre el mejor esquema para tratar este padecimiento. Gilead consiguió negociar el mayor volumen posible de medicamento y a cambio dio a México el mejor precio que ningún otro país había obtenido. Esto representa una disminución de mil 700 millones de pesos respecto del esquema anterior. Con esta decisión no sólo se ahorra dinero sino se garantiza el abasto. Una gran jugada del titular de salud, idea presidencial. Esto también es El Cambio.