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06:19 miércoles 23 octubre, 2019
PLUMAS NACIONALESEditorial EL UNIVERSAL / Culiacán y el presidente que no sabía
El pasado 9 de agosto, en un acto celebrado en Zacatecas, el presidente Andrés Manuel López Obrador soltó una frase lapidaria referida a su predecesor: “No es cierto que el presidente no sabía, o que lo engañaron o fueron desleales sus colaboradores. El presidente tiene toda la información, claro que sabe todo”. Pues resulta que no, que el presidente no sabe todo. O al menos no si todo incluye el operativo frustrado para capturar al hijo de Joaquín El Chapo Guzmán. En su conferencia mañanera de ayer, el presidente afirmó lo siguiente: “Yo no estaba informado [del operativo], no me informan en estos casos porque hay una recomendación general, hay un lineamiento general que se aplica, le tengo mucha confianza al secretario de la Defensa”. Esa declaración suena rara en voz de López Obrador. Él mismo ha declarado en repetidas ocasiones que se involucra directamente en las decisiones de política de seguridad. El lunes de la semana pasada, señaló que “[la seguridad] es nuestra principal preocupación y ocupación, es el gabinete que más se reúne porque estamos diario de seis a siete de la mañana recibiendo informes y tomando decisiones.” ¿Debemos entender entonces que el presidente se reúne de madrugada, cinco días a la semana, con su gabinete de seguridad sólo para dar recomendaciones y lineamientos generales? ¿Qué sentido tiene esa práctica gerencial? ¿No bastaría con mandar una circular o un memorándum? ¿Y si le llevan informes, qué contienen si, por lo visto, no incluyen nada sobre operaciones de alto riego en el bastión de una de las organizaciones criminales más peligrosas del mundo? ¿Sobre qué toman decisiones si no ponen en la agenda asuntos como el intento de captura del hijo del Chapo Guzmán en Culiacán? Por supuesto, nadie pide que se microadministre la seguridad del país desde Palacio Nacional, ni que el presidente decida en qué esquina se debe parar un policía de tránsito en Hualahuises, Nuevo León. Pero este era un operativo de enorme relevancia, solicitado y vigilado por el gobierno de Estados Unidos, con potencial para alterar las coordenadas de seguridad en buena parte del territorio nacional ¿No ameritaba que al menos se le informara al jefe del Estado mexicano lo que iba a suceder? Cabe por supuesto la posibilidad de que el presidente no esté diciendo la verdad y que sí tuvo conocimiento previo del operativo. Pero tomémosle la palabra y asumamos que, en efecto, nadie le dijo nada hasta que se desató el infierno en Culiacán. Si ese es el caso, las implicaciones son gigantescas. Significa que, aún en casos de enorme importancia, las fuerzas de seguridad operan a discreción, con poca o nula supervisión civil. En esas circunstancias, lo que se acaba imponiendo son las consideraciones tácticas de militares y policías sobre el cálculo estratégico. O, peor aún, pueden acabar primando las agendas de terceros (la DEA, por ejemplo) sobre las prioridades del gobierno nacional. Si el presidente no participa en las decisiones sobre, por ejemplo, el momento, secuencia y planeación de la captura de cabecillas de organizaciones criminales, se le vienen encima muchos otros momentos como los del jueves pasado. Y varios van a acabar mucho peor. En este contexto, viene a cuento la frase mil veces citada de Georges Clemenceau, primer ministro de Francia durante la Primera Guerra Mundial: “La guerra es un asunto demasiado serio como para dejárselo a los generales”. Lo mismo pasa con la seguridad: la responsabilidad última es del presidente. No puede vivir en la feliz ignorancia, solo dando recomendaciones generales y dejando las decisiones cruciales a sus subordinados. Es su responsabilidad, le guste o no. [email protected]. @ahope71 OPINIÓN / El enorme daño de Durazo al Ejército
Nada ni nadie es infalible, desde luego, pero cuesta trabajo creer, por los años de experiencia y los resultados obtenidos en operativos similares, que el caos y la violencia que se desataron el jueves pasado en Culiacán con la fallida captura de un hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, haya sido consecuencia de una torpe planeación del Ejército. Tanto o más complicados que la abortada detención del muy menor Ovidio Guzmán López —arropado, eso sí, por el capo histórico Ismael “El Mayo” Zambada— han sido otros operativos planeados para aprehender a delincuentes mucho más poderosos, en especial el que fuera jefe del cártel de Golfo, Osiel Cárdenas Guillén en Matamoros, entonces resguardado por el poderoso y bien pertrechado grupo de “Los Zetas” en una ciudad tan penetrada por el narcotráfico entonces y ahora, como ha sido y es Culiacán. Fueron meses de planeación de la recién creada Oficina de Inteligencia Antinarcóticos (OIA) del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Corría el mes de marzo de 2003. Personal infiltrado ya recogía información en campo e intervenía las comunicaciones telefónicas y radiales del capo. Los militares sabían que Cárdenas Guillén no estaba en Matamoros, pero que las querencias familiares podrían llevarlo a la ciudad fronteriza para celebrar los 18 años de su hija Celia Marlene el 14 de marzo. Dos semanas antes del día de cumpleaños, la OIA había enviado a Matamoros dos grupos de fuerzas especiales (Gafes) de 20 integrantes cada uno. Llegaron uno por uno, o si acaso en parejas, vestidos de paisano para no llamar la atención. Se encerraron catorce días en dos viviendas rentadas, en espera del llamado a la acción. La OIA, con su propia inteligencia —ya que la Sedena rompió todo intercambio con la agencia antinarcóticos estadounidense DEA desde que su información la enfrentó con policías federales en Tlalixcoyan, Veracruz el 7 de noviembre de 1991— supo que Osiel llegó a Matamoros dos días antes de la fiesta. Los equipos militares de intercepción de señales detectaron que la del teléfono del narco se registraba ya en la ciudad fronteriza. Al día siguiente escucharon su voz y la instrucción de trasladarlo, con su familia, al lugar de la celebración. Pero no pudieron saber dónde. Incluso lo ignoraban el 14 de marzo, día del cumpleaños. Al anochecer, las frecuencias intervenidas por el Ejército permitieron escuchar “Las Mañanitas”. En ese momento establecieron las coordenadas de ubicación. Tres grupos de mujeres soldado, vestidas de civil, se acercaron para hacer in situ acopio de información del terreno y capacidad de fuego. Solo pasaron el tercero de los tres círculos de seguridad que normalmente establecen los narcotraficantes para proteger a su jefe. Roble, nombre en clave del comandante del operativo, resistía la presión constante del alto mando, pero decidió no activarlo esa noche y aguardar hasta la madrugada del día siguiente tras los estragos de la fiesta. De ahí el nombre de la operación: “Caballo de Troya”. En horas de la madrugada pidió que cuando iniciara el operativo le enviaran desde Monterrey un avión del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Alto Mando. Muy temprano, ya el 15 de marzo, los tres grupos de mujeres soldado se trasladaron al condominio residencial Satélite. Algunas de ellas lograron traspasar en taxi los tres círculos de seguridad y confirmaron que en el lugar estaba estacionado el vehículo del capo. A las ocho de la mañana Roble puso en marcha el operativo. Salieron de su refugio domiciliario los 40 Gafes. Fuego de “Los Zetas” los recibió en la residencia. Tres militares resultaron heridos, pero en su avance dejaron varios sicarios muertos. Entraron. Osiel, armado, saltó la barda del patio trasero para escapar. Pero estaba rodeado de Gafes. Uno le ordenó soltar el arma. Se negó. Una pequeña ráfaga lo hizo ceder. Lo subieron de inmediato a un vehículo blindado que empezó a ser perseguido por refuerzos del Golfo que salían de todas partes. Llegó al aeropuerto donde ya estaba el avión militar procedente de Monterrey. El Ejército había montado ahí una posición defensiva. Roble subió con Osiel a la aeronave y lo trasladó a la ciudad de México. No hay, como se aprecia, mala planeación en los operativos del Ejército, tampoco en la naciente Guardia Nacional que hasta ahora es lo mismo. Cuesta creer que el de Culiacán haya sido un error militar. Más bien fue político. Alfonso Durazo quiso colgarse solo la medallita, y le causó un enorme daño al Ejército y, más aún, al presidente López Obrador. Abortar la detención de Ovidio fue de alto costo, pero la menos sanguinaria. Ahorita estaríamos lamentando decenas de muertes de inocentes y AMLO resignándose a aceptar el apelativo de “el carnicero de Culiacán”. Instantáneas: 1. ¿RELEVO? El buen resultado del operativo contra el narcomenudeo emprendido la madrugada de ayer en Tepito, puso en el candelero al recién estrenado secretario de Seguridad Ciudadana de la capital del país, Omar García Harfuch. Contrasta con el imparable declive que sufre estos días el secretario federal del ramo, Alfonso Durazo, tras el desastroso operativo de Culiacán. Quienes empezaron a especular ayer que García Harfuch será en breve el relevo de Durazo podrían no estar equivocados. 2. COLUDIDOS. Aunque el capo de la Unión Tepito apodado “El Lunares” logró burlar a través de un túnel el operativo policiaco realizado en cuatro vecindades de Peralvillo, 31 de sus compinches fueron capturados y asegurados un millón y medio de pesos, dos y media toneladas de mariguana, 20 kilos de cocaína, cuatro de metanfetaminas y 50 de precursores químicos. La secretaría de Seguridad Ciudadana investiga la colusión con ese cártel de agentes de la dependencia, de la Policía de Investigación de la PGJDF y de la Policía Federal. 3. REVISIÓN. Para los morenos, en el Senado, AMLO actuó en Culiacán con “humanismo y congruencia, pero los panistas, duros y exigentes, pidieron se reconozca que no hay estrategia a nivel nacional, para el combate al crimen organizado”. En lo que sí coinciden, junto con las otras fuerzas políticas ahí representadas, en que Alfonso Durazo comparezca a la brevedad (todo indica que será el lunes o el martes próximos) para que explique qué fue lo que falló en Culiacán y quiénes son los responsables. En ese contexto, el líder de la Junta de Coordinación Política, Ricardo Monreal aseguró que el Senado revisará las estrategias que el gobierno federal ha seguido en seguridad.
@RaulRodriguezC
raulrodriguezcortes.com.mx
Frentes Políticos
1. ¿Sólo uno? El gobierno de Tabasco tuvo que movilizarse rápido. Tras presentarse una denuncia contra Edith Villarreal, delegada de Liconsa, y Raúl Cabrera Pascasio, exdelegado de la Sedesol, por presuntamente condicionar programas sociales, se investiga si algún funcionario cometió alguna irregularidad. Adán Augusto López, mandatario estatal, dijo que se recopila documentación sobre funcionarios actuales para determinar si hay responsabilidades. En una memoria USB hay videos, audios y documentos, por lo que instruyó al coordinador de Asuntos Jurídicos a presentar las denuncias correspondientes, si hubiera material para “prefigurar” algún ilícito. En estos casos no hay “asesinos solitarios”.
2. Derrotado. Un juez de Control del Reclusorio Preventivo Sur determinó que Rosario Robles, la extitular de Sedesol, continúe su proceso en prisión preventiva justificada. Julio Hernández Barros consideró que se trató de una resolución hecha con el hígado, producto del resentimiento que la familia viene arrastrando de años. Acusó que “el único que ha mentido es el Ministerio Público, con la única idea de mantener en prisión ilegalmente a Rosario Robles”. Adelantó que apelarán esta decisión del juez, que calificó de equivocada, injusta y mentirosa. Es comprensible y hasta justificable su molestia, pero eso es parte de su misión, defender a su cliente. Ahora que el grado de dificultad del caso lo conocemos todos. Búsquele por dónde; despotricando es el peor camino.
3. Ábaco. Al fin, el gobierno de Francisco Vega actuará en contra de la Ley Bonilla. El secretario de Gobierno de Baja California, Francisco Rueda, informó que ya promovió un recurso ante la Suprema Corte para que invalide la ampliación de mandato de 2 a 5 años del candidato electo, Jaime Bonilla. El texto de la controversia precisa que para extender este periodo, “se modificó indebidamente una obligación de hacer en cuanto a la temporalidad del inicio y conclusión del ejercicio del encargo, siendo que además es criterio de la Suprema Corte que el parámetro fundamental a seguir tratándose de extender o acortar el mandato de los gobernantes locales consiste en que no se exceda de la periodicidad de seis años y que se haga como una previsión a futuro”. Demasiada tinta desperdiciada: en ábaco o en calculadora, dos años son dos años.
4. Qué coincidencia. Momento más oportuno no pudieron encontrar, sino el otoño de 2019. ¡Felicidades! Listos como suelen ser algunos políticos, apelan a su instinto de supervivencia y hacen todo lo posible por no estar del lado equivocado. Así, en Chiapas, 21 alcaldes decidieron afiliarse a Morena “para sumarse al combate de la corrupción y de la pobreza, además de buscar una mejor distribución de la riqueza”. Argumentaron que es un derecho renunciar a la militancia política. Proceden del Partido Mover a Chiapas, Chiapas Unido, dos independientes, del PRI, PVEM, PRD y Panal. La acción, dijo el alcalde de Motozintla, Jorge Villatoro Osorio, “es de congruencia y compromiso social, y por tener una visión progresista”. Cero conveniencia en sus palabras. Les creemos. Ja, ja, ja.
5. Sin distracciones. La Ciudad de México y sus gobernantes no pueden quedarse atrás porque el ritmo de los acontecimientos podría rebasarlos. Por ello, dos mil 200 integrantes de la Policía de Investigación serán capacitados con perspectiva de género para fortalecer las instituciones de seguridad y procuración de justicia. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno, dijo que los cursos están encaminados a la correcta aplicación de los protocolos de actuación en casos de violencia en contra de niñas y mujeres. “La única manera de disminuir la violencia en nuestra ciudad es a través de un cúmulo de políticas integrales”, precisó. Nadie quiere un nuevo levantamiento femenino como el de hace unas semanas. Pugnemos, todos, por la mejor ciudad. Bitácora del director / Golazo en Tepito, ponche en Culiacán
Cinco días después de que el gobierno federal lanzó un operativo fallido para capturar a Ovidio Guzmán, la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina y la Armada de México llevaron a cabo otro operativo, con resultados radicalmente distintos. Ambos enfrentaron retos formidables: se metieron en el avispero para detener a la avispa reina y extraerla. Uno lo hizo en Culiacán, territorio del Cártel de Sinaloa, y otro, en el barrio bravo de Tepito, baluarte de La Unión, la principal organización delictiva de la Ciudad de México. En el primer caso, el grupo que detuvo a Ovidio (y, al parecer, también a su hermano Iván Archivaldo) se vio rodeado por sicarios perfectamente organizados y, ante las amenazas de éstos, terminó por devolver la presa (o las presas). En el segundo, las fuerzas de seguridad realizaron un operativo quirúrgico que terminó con la aprehensión de una treintena de presuntos delincuentes. Y aunque se les escapó Óscar Flores Ramírez, El Lunares –quien es identificado como el líder actual del grupo–, logró capturar un arsenal en el que incluso había un lanzagranadas. En cambio, en el primer caso, la única exhibición de armamento la hizo el Cártel de Sinaloa, que paseó sus rifles calibre .50 por las calles de Culiacán, donde fueron captadas en imágenes que dieron la vuelta al mundo y que sirvió para que muchos concluyeran –erróneamente– que el poder de fuego de los criminales era mayor al del Ejército. A casi una semana del operativo fallido, seguimos sin saber por qué se decidió ir por Ovidio, y quizá también por su hermano, en pleno día, en la mera área comercial de Culiacán, cuando las calles de la capital sinaloense estaban llenas. Antes de saber lo que iba a ocurrir en Tepito, con el segundo operativo, yo me preguntaba, y así lo escribí en redes sociales, si no hubiese sido mejor intentar la captura en medio de la noche, como se haría con los integrantes de La Unión. Es cierto, repito, que El Lunares logró evadirse por un túnel como los que utilizaba El Chapo. Pero en el caso Tepito no hubo ningún movimiento de los criminales para rodear a las fuerzas de seguridad. Sin duda, porque se trató de una auténtica sorpresa. Una fuente militar me comentó que los marinos que participaron junto a los policías capitalinos son “personal altamente entrenado” que opera en distintas unidades de la Armada y que se ha especializado en tácticas urbanas. El hecho de que marinos y policías hayan podido penetrar en la guarida de La Unión sin ser detectados habla del nivel de discreción con el que se organizó el operativo. Algo así, añadió la fuente, hubiera sido imposible con la anterior estructura de mando de la policía, de donde salían pitazos a los delincuentes. Lo ocurrido la madrugada de ayer en Tepito es un punto a favor del recién llegado secretario Omar García Harfuch y de los mandos de la Armada. Y debería servir también para evaluar por qué fracasó el operativo en Culiacán. BUSCAPIÉS Ayer un grupo de presidentes municipales fue gaseado a las puertas de Palacio Nacional, según reconoció la propia Presidencia de la República. Los alcaldes, surgidos de la oposición, buscaban entregar un documento al presidente López Obrador, en el que solicitan mayores recursos para sus municipios. No entiendo por qué lo que se hizo con ellos no sucedió con los vándalos anarquistas que, hace casi un mes, grafitearon la Puerta Mariana del inmueble. Ayer decía en este espacio que mientras más violento el grupo de manifestantes, mayores consideraciones. Lo sucedido con los presidentes municipales refuerza esa idea. Ahora habrá que ver si quienes los gasearon no violaron la ley sobre el uso de la fuerza.