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El almacén en el que desembolsaste varias decenas de miles de pesos asume o que puedes faltar a la chamba y sentarte todo el día a esperar al camión
00:11 martes 26 agosto, 2025
ColaboradoresTe mudas de casa. Compras un comedor, no barato, ni mucho menos, para remplazar el que tienes, demasiado grande y traqueteado. “Que lo lleven directamente al depa nuevo”, decides. Hecho el pago, la amable notificación: “Horario de entrega: miércoles 9:00 AM-8:00 PM”. Sí: un rango de 11 horas, las horas laborables.
El almacén en el que desembolsaste varias decenas de miles de pesos asume o que puedes faltar a la chamba y sentarte todo el día a esperar al camión en un departamento vacío, o que tienes una casa tipo “Dowton Abbey” con 112 trabajadores, de los cuales puedes destinar fácilmente a uno a esperar el comedor. Resignado, le pides a la chica que te ayuda con la casa que se vaya a esperar al camión. A eso de las 19:30, te llega un mensaje para avisarte que la “cita” se ha “reagendado” para el martes 27, tres días después de la mudanza.
“Solicitas” a la empresa que te da servicio de internet y TV un “cambio de domicilio”. Necesitas llegar a la casa nueva con internet en marcha, por chamba, por Netflix o porque quieres ver el partido del Cruz Azul. Misma amabilidad: “¿Prefiere horario matutino o vespertino?” “¿Cómo es el matutino?” “Nueve a cuatro”. O sea, potenciales siete horas de espera. “Ese, señorita, por favor. En el edificio no se permiten trabajos después de las seis. Es muy importante que sean puntuales”.
Cuatro llamadas después, en el mismo depa vacío, el técnico llega a las 4:30… A “reagendar”. “Es que me toma unas cuatro horas pasar el cableado”. Te prometen que el técnico llegará al día siguiente, entre 8:00 y 10:00. Llega a las 12, anunciándose con un mensaje: “Ya estoy en su domicilio, pero no encuentro estacionamiento”, problema que al parecer tienes que resolver tú. A las 12:30, pasa a revisar la instalación.
A la una te avisa que hay que pedirle el “acceso a su bodega” al vecino del 402. Por ahí pasa el cableado. El vecino está de vacaciones. Cambias de proveedor. Cuando llamas para cancelar el contrato, dedican 45 minutos a convencerte de que no lo hagas, bastantes más que los técnicos que te visitaron. Por fin, te explican que no pueden cancelarlo, porque “su corte” cae en 10 días, y hay que llamar cinco antes.
Haces la compra en línea, para el día mismo de la mudanza. Horario de entrega: 12 a una, para tener refrescos que invitarle a los mudanceros y algo de comer. Llegan a cuarto para las tres, media hora después de Uber Eats, que fue tu medida de emergencia: 1500 pesos en pizzas y 250 en chescos.
¿Se identifican los amables lectores con las anécdotas anteriores, perfectamente reales? Mi punto es este: el súper capitalismo a la mexicana considera que el producto que adquieres, el que sea, debes pagarlo dos veces: en dinero y en tiempo. Los ciudadanos estamos al servicio de los proveedores de servicios.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09