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"Ese tipo que va al club de golf, si lo hubieras visto ayer..."
00:02 viernes 25 abril, 2025
ColaboradoresEse tipo que va al club de golf
Si lo hubieras visto ayer
Dando gritos de "Yankie go home"
Coreando slogans de Fidel
Hoy tiene un adoquín
En su despacho
Del muro de Berlín
JS
Orweliano. Ese sería el calificativo preciso para describir el miedo, azoro y sorpresa por parte de todo el rubro de la comunicación ante el anuncio sobre la nueva ley de Telecomunicaciones en México. Todo por culpa de los gringos, diría el primo o tía de todos que lleva tatuado -como símbolo de un patriotismo enardecido contra el imperio yanqui- el número 4 seguido de una denTal sorda en el pecho. En un mundo distópico, Winston Smith despierta todos los días para vivir mecánicamente en un mundo sublevado por el Gran Hermano, un tipejo de aquellos que vorazmente se comió las libertades y derechos de quienes habitan Oceanía, nación donde se manipula la información y se practica la vigilancia masiva y la represión política y social de sus habitantes, quienes son, naturalmente, los que sostienen ese sistema comunista, a costa de una alienación desmoralizadora y perturbadora. Para lograr esto, el partido gobernante utiliza el Ministerio de la Verdad, que sería ese organismo que decide qué y cómo informar algo, a través de dónde y con un control brutal de las masas por medio de -paradójicamente- la desinformación misma que esta acción provoca. Eliminan documentos históricos que no convienen a las esferas altas y crean a su vez cifras y datos que no requieren ni una pizca de evidencia por dos razones: una, porque al que las pide no le espera más que la censura, la represión y la tortura; y dos, porque al resto de la población no le interesa. ¿Por qué citar 1984 en el contexto mexicano actual? Guardando los extremos a los que la novela lleva sus acciones, lo cierto es que en muchos sentidos la obra de George Orwell pasó a la historia como una obra, hasta cierto punto, profética en las entrañas sociales de épocas venideras. Así, a raíz de los spots gringos que causaron enojo por su contenido discriminatorio, se aprovechó -¿por qué no?- para presentar una iniciativa que, hay que decirlo, como casi todo tiene puntos que podría uno palomear, otros debatibles, pero unos cuantos también que preocupan. Tal es el caso del artículo 109, en el que se daba a entender que todo contenido en plataformas sería retirado ante inconformidades por parte de autoridades. Todos brincaron: comunicadores, oposición y muchos más denunciaron censura y atropellos a la libertad de expresión; hasta la ONU ya pronunció su postura pidiendo al gobierno de México espacios para el debate y respeto a estándares internacionales sobre la práctica de la comunicación; la mandataria mexicana, por su parte, ya salió a decir que no, para nada, un tema de redacción que se puede corregir, pero que ellos están en contra de la censura. ¡Uff! Claro que sí. Pero el tema ahí está. Preocupa porque -reafirmando el símil con el mundo orweliano-, hoy ya tenemos a través de la telepantalla todos los dimes y diretes de quienes están en el poder, de quienes están en contra y a favor, que, si bien podrían mostrar mejor destreza, amor propio y ética por la función por la cual les pagamos (a todos), funciona y privilegia el derecho a opinar. Tenemos claro también la responsabilidad y la falta de criterio muchas veces de quienes reciben la información. Sí, la ciudadanía también debería asumir un rol más prudente al momento de valorar una u otra fuente y discriminar lo realmente útil para tener una postura frente a asuntos que deberían importar más que la comedia de las nueve de la noche. En cuanto a decidir qué sí y qué no debe aparecer como información para la ciudadanía, dirán unos que atenta contra la libertad de expresión; otros afirmarán que es un pisoteo a la democracia; desde un punto de vista personal, considero que con este escenario se condena, poco a poco, y a poco menos que nada, la necesidad humana de comunicarnos. Ese mismo que tanto admiró la moral estilo soviet
Por un catorce por ciento cambió
La imaginación al poder
JS