Parte de las “herencias malditas” que reciben los gobiernos entrantes son no solamente saqueos financieros u obras inexistentes, pero si pagadas, sino también herencias físicas y presentes. Se trata de las plantillas burocráticas que cada tres y cada seis años engrosan las filas de las administraciones que entran.

No es nada nuevo. Desde que se creó el Estado, el ejercicio de quienes ostentan el poder les incluye también el acomodo del personal de confianza y equipo de tropa. 

Entre sueldos, prestaciones y concesiones se distribuyen el tiempo de estancia del jefe en turno. O hasta que el líder del grupo los acomoda en puestos y bases que les permite la estancia sin límite de tiempo, pasando a ser parte de las plantillas que crecen y crecen y crecen, con todo lo que implica. Enrique Galindo lo señaló recién ingresó al Ayuntamiento capitalino sobre los cientos de puestos inventados o incrustados en la administración municipal y presentó las denuncias correspondientes.

Ahora es Noe Lara Enríquez, Oficial Mayor del Gobierno estatal, quien ha tomado la lupa y guillotinas administrativas.

Lo encontrado. Entre altos sueldos y mayores compensaciones, entre duplicidad de funciones, entre prestaciones sin justificar, entre una inmensa lista de recomendados, basificados y de confianza, son los lamentables renglones en donde se va como coladera gran parte del recurso económico de la administración pública. Los sindicatos han significado por décadas brazos fuertes en donde las presiones ejercidas les han llevado a triunfos sobre la voluntad de los gobernadores. Todos en los últimos 30 años han cedido. Si de verdad Gallardo y Galindo van a activar los dispositivos que la ley y la justicia les reviste que lo hagan. Sin fallas ni errores. La ciudadanía lo pide a gritos.

Hasta el lunes.