Después de la marcha a favor del respeto a las instituciones electorales de hace dos semanas en todo el país, en donde los incólumes nombres a favor del presidente calcularon no más de 10 mil personas -léase Martí Batres- o el mismo Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, calificó de “caricaturas”, el próximo domingo viene la revancha presidencial. Molesto como se le ha visto estos últimos días, tanto a él como a los suyos, el presidente de la República no hizo mas que “calificar” de positiva la marcha porque así “se descubrían”, “se evidenciaban”, “se desenmascaran sus adversarios”. Se abonaba al ejercicio democrático, dieron otros. Prepara su terreno para el domingo abarrotar el zócalo capitalino. Filtraciones de videos o mensajería no han dejado de circular en las redes sociales, haciendo el llamado a acudir en masa y con pagos a la marcha citada, contrario a los que el Presidente ha llamado como una respuesta voluntaria. Nada nuevo ni extraordinario.

Toda la vida el “acarreo” ha existido. Su revancha también vendrá en las cámaras legislativas donde pretende llevar a cabo sus modificaciones legales. Aunque los impedimentos los tiene al no tener mayorías claves que le permitan sus cometidos, de alguna manera hará algo. Su odio al INE es inacabable y si ha de destruirlo lo hará por la vía legal o por la vía policial. Las persecuciones están próximas y entonces la furia presidencial se hará sentir. Tal vez la respuesta del domingo le fortalezca, pero solo en su discurso. Su verdadera fortaleza será en un año. De ahí a contar el tiempo en que de verdad sienta y vea la fuerza electoral, la propia y la de los suyos. La revancha presidencial apenas empieza. Hasta el lunes.