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En EU no confían en la UIF de México. En la agenda de combate a los cárteles y el desmantelamiento de sus redes
22:50 lunes 4 agosto, 2025
ColaboradoresPablo Gómez nunca debió ser titular de la UIF. Lo suyo es la grilla, la rebatinga partidista, la ideología trasnochada y los prejuicios. Llegó a la poderosa Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, no por su capacidad ni experiencia financiera, tampoco por su pulcritud como investigador imparcial, sino por su afinidad al lopezobradorismo. El expresidente lo colocó en esa posición para perseguir adversarios y saldar vendettas personales. No fue tras la pista del dinero del crimen organizado o los cárteles del narco -a quienes nunca interesó molestar durante el sexenio de AMLO-, sino tras los rivales políticos, empresarios, activistas y periodistas que no se alineaban al oficialismo.
Gómez cumplió a cabalidad la tarea y quizá pensó que con la presidenta Sheinbaum esa inercia le alcanzaría para mantenerse en el neurálgico cargo. Pero no. La llegada de Donald Trump a la presidencia de EU, y los entramados de corrupción y nexos entre autoridades mexicanas y grupos delincuenciales -cada vez más inocultables-, movieron el tablero.
Así como los vínculos indecibles entre políticos y cárteles se van desnudando, también las omisiones desde posiciones clave que tendrían que investigar, alertar y sancionar ese contubernio, van quedando expuestas.
“Alianza intolerable”, ha dicho la Casa Blanca, sobre la asociación entre políticos mexicanos y cárteles. Esa “alianza”, pasa no solo por quienes mantienen nexos directos y dan protección a cambio de beneficio político y económico, sino también por quienes desde responsabilidades públicas se hacen de la vista gorda y encubren esas redes.
Gómez perdió el cargo por sus propias omisiones, que rayan en complicidad. Fue colocado bajo el reflector por EU, sí, pero sobre todo por la realidad, tras las sanciones del Departamento del Tesoro a dos bancos mexicanos (Cibanco e Intercam) y una casa de Bolsa (Vector, propiedad de Alfonso Romo, jefe de Oficina de AMLO en la Presidencia), por lavar dinero del narco. Él como encargado, y la UIF como institución, no vieron nada, no investigaron nada y no informaron nada.
Esa omisión, que se aproxima al terreno de la complicidad, le costó el cargo. En EU no confían en la UIF de México. En la agenda de combate a los cárteles y el desmantelamiento de sus redes con el sistema bancario, empresarial y político mexicano, se volvió un estorbo marcado por la desconfianza.
Le ofrecieron una “salida digna” y lo enviaron a coordinar los trabajos de la reforma electoral. Una posición simbólica. Desde la UIF se observan las venas del sistema financiero, se conocen entramados y se pueden exhibir complicidades y vínculos a través de movimientos. Ahora estará “ocupado” en lo suyo: la grilla, la politiquería y las vendettas.
Con la caída de Gómez, el ala de dura de la 4T pierde una posición fundamental de control político y económico. Su salida ocurrió sin olas, ni una conferencia, ni un comunicado desde la Unidad. Apenas quedó en anécdota su paso al anunciarse sus nuevas tareas. Pero la decisión es todo menos un accidente. Su salida tiene trasfondo. Y lo tiene más, por quien llegará a ocupar la titularidad de la UIF. No hay ni coincidencias ni casualidades.
-Off the récord
Se les olvida que sus cargos son pasajeros.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
COLABORADOR
@MLOPEZSANMARTIN