Vínculo copiado
Uno de los compañeros de ruta más sofisticados intelectualmente puso el dedo en la llaga
00:03 domingo 24 diciembre, 2023
ColaboradoresUno de los compañeros de ruta más sofisticados intelectualmente puso el dedo en la llaga: los nombres de la familia Batres son una bofetada sutil, propia de un Oscar Wilde del progresismo tianguista o de un Nabokov bolchevique, para el conservadurismo. Tiene razón el monero: cuando los neoliberales se enteren de que lo de Martí viene por José (no la vieron venir, ¿verdad?), Lenia por Lenin (¡bum!) y Vietnica –tiembla, Joyce– por “Vietnam” y “Nicaragua”, les da algo. Al Doctor Patán le parece que, más allá del placer inherente a la sutileza idiomática al servicio de la revolución, tan bien señalada por (uso el apelativo con fraternidad y admiración intelectual) el Paellas, esta forma de combinar nombres del santoral rebelde alcanzará a las nuevas generaciones en una versión actualizada, una versión 2.0, de manera que rendirán tributo a los próceres de la Cuarta Transformación. La poesía es un arma cargada de futuro. De veras, lamento que este momento crucial, este punto de inflexión, no me haya llegado a tiempo y le haya puesto a mis hijos nombres tan poco entusiasmantes, en términos de la narrativa revolucionaria, como Marina y Emilio. Se me ocurren sin embargo, a botepronto, posibilidades francamente seductoras que pueden aprovechar o mis propios hijos, si un día (espero que no antes de 2035) deciden hacerme abuelo, o mis amistades más jóvenes, o las no tan jóvenes que siguen con la hormona alborotada y en una de esas repiten con lo de la maternidad o la paternidad. Pienso, por ejemplo, en Olguívar Hinojosa, Fisguera Majluf o Tabina Bravo (Saibo, si es un chico). Pero hay muchas otras posibilidades. Bartliana, por ejemplo, o su reverso: Tartlett, en una onda más como robespieriana; Harfada, para que se vea que la unidad nunca se rompió realmente en el movimiento; Bejard, lo mejor de dos mundos; o Epidomio, faltaba más. Sin duda, se valen los homenajes directos, sin mestizajes, al punto: Hamás Zavala, Abdala Zuckerman, Ehécatl Schettino o Ivermectina Vázquez, por decir. En fin, que no hay más límite que la imaginación y la conciencia de clase. Bueno, más o menos. Hay que evitar, compañeros, compañeras, compañeres, ciertos excesos poco afortunados. No podemos incurrir en un Putevo, por ejemplo, una tentación que tal vez podemos evitar si usamos “Evín”, y quedan definitivamente proscritos tanto Zepito como Napeda, militantemente válidos pero semánticamente peligrosos. Por la misma razón, evitemos Lorenito. Mejor: Loreda. Por supuesto, no es necesario ponerse tan inventivo. Si dudas, apuesta a los clásicos –Andrés, Manuel, Beatriz, Clara, Adán Augusto, Cuauhtémoc, Rutilio– y cuando te entren las culpas porque tu bebé no tiene un nombre lo bastante cuartotransformador, lo bastante actual, míralo con cariño mientras duerme en la cuna y dile: “¿Quién quiere al bodoque?”. POR JULIO PATÁN COLABORADOR @JULIOPATAN09