Vínculo copiado
A nuestro régimen no le gusta la contaminación moral que traen los videojuegos de las grandes corporaciones extranjeras, y se entiende
00:10 martes 16 septiembre, 2025
ColaboradoresAl Doctor Patán no deja de impresionarlo el impulso paraestatal de la Cuarta Transformación. No he terminado de acostumbrarme a la altísima calidad sui géneris del Café Bienestar –aunque la esofagitis, afortunadamente, ha remitido– y ya tenemos una novedad que pinta para extraordinaria: los Videojuegos del Bienestar.
A nuestro régimen no le gusta la contaminación moral que traen los videojuegos de las grandes corporaciones extranjeras, y se entiende. Aquí creemos en deidades pacíficas y asexuadas como Huitzilopochtli o la madrecita Tonantzin. Así que vamos a contraatacar. Toda la sofisticación tecnológica de la 4T, supongo que bajo el liderazgo de la Agencia Digital de Innovación Pública, concentrará sus fuerzas en traernos juegos adecuados para la juventud revolucionaria.
Me estoy viendo. Sábado en la tarde. Mano izquierda, taza de Café Bienestar, una vez acostumbradas mis papilas gustativas –y, sobre todo, mi esófago– a esos sabores, esas intensidades, del México profundo. En la mano, el mando de la consola, supongo que diseñada también por los desarrolladores del nuevo México, el del pueblo empoderado. En la pantalla –modelo, déjenme soñar, Tepetitán, 55 pulgadas–, no sé… Tal vez, “La noche alegre III”, un ágil “fighting” en el que un guerrero águila usa su hacha de obsidiana para decapitar españoles y tlaxcaltecas. El juego termina con la cabeza sangrante de Cortés en una piedra ceremonial.
Claro que si se trata de contrarrestar la violencia, y consideramos que ni siquiera la lucha heroica contra el conquistador la vuelve aceptable, podemos apostar a un clásico reeditado. Los más jóvenes no tendrán idea de a qué me refiero, pero en la prehistoria existía un juego de Atari que consistía, básicamente, en dos rayas rectangulares blancas que, a la manera de un partido de tenis de mesa, se devolvían una pelota a la espera del fallo del de enfrente. ¿Qué tal una versión actualizada con jugadores de pelota prehispánica dándole a la bola con la cadera? O una especie de SimCity –digamos: “Gran Tenochtitlán”– en el que ayudas a Clara Brugada a construir vivienda popular.
Sin olvidar a los más pequeños. En un afán de optimizar recursos, podríamos reciclar esa publicidad magnífica del sexenio pasado en que el gobierno luchaba contra la comida chatarra con unas botargas que decían –cito de memoria–: “Caminaba Elotín rumbo a la escuela cuando en la esquina apareció el malvado Golosino. ¡Toma!, le dijo el profesor Huauzontle. ¡No te metas con mi amiguito, producto de la industria trasnacional!”. Sería extraordinario. Hagan de cuenta, el ingenio del Fisgón con el talento plástico de Rape.
Claro que siempre está la opción del outsourcing. Le podemos encargar el proyecto a algún amigo de los bodoques. Ya ven que la cultura japonesa la conocen de maravilla. O al ejército.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09