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La educación vial es responsabilidad de todo el grueso de ciudadanos que conforman una sociedad
00:02 sábado 12 abril, 2025
ColaboradoresLa educación vial es responsabilidad de todo el grueso de ciudadanos que conforman una sociedad. Siempre podemos enfrascarnos -con más pasión que conocimiento- en una titánica discusión sobre los posibles culpables en un accidente con nuestro amigo, hermana, papá o desconocido en redes sociales. Justo en esta semana, dos hechos impactaron a la población potosina en la que se vieron involucrados ciclistas y que dieron pie a un sinnúmero de reacciones, especialmente por los distantes contextos de ambos accidentes que ofrecieron una tierra fértil para opiniones diversas. Además, dejaron en evidencia la falta de seguridad, planeación y educación vial que abarrota nuestra idiosincrasia. El primero de ellos ocurrió en los albores de la semana que está por terminar. Fue el lunes por la tarde cuando en la calle Pedro Vallejo, entre Miguel Barragán y Pascual M. Hernández, un conductor arrolló a un par de ciclistas que circulaban por la misma vía y, en un arrebato de salvajismo y falta de civilidad y empatía, terminó por arrastrar una de las bicicletas por media cuadra más para después fugarse. El hecho no solo dejó a uno de los afectados con lesiones tras el incidente, sino además una avalancha de frustración, enojo, rabia y hasta tristeza por la actitud del imprudente conductor -que de conductor le falta mucho-, todo esto ahogado en los gritos de las personas cercanas que corrieron detrás del vehículo exigiendo que se frenara. El otro accidente ocurrió en el anillo periférico de la zona metropolitana cuando un niño a bordo de su bicicleta cruzó los carriles centrales de la vialidad por uno de estos espacios que -mal- están entre los muros de contención y perdió la vida al ingresar al siguiente carril tras la embestida de un vehículo que venía circulando. En consecuencia, la nota generó fuertes críticas y diversas opiniones en redes sociales. Mientras unos asediaban fuertemente la falta de seguridad vial en la zona, otros consideraban que el menor pudo pecar de imprudencia al cruzar en una vialidad que conlleva riesgos incluso para vehículos motorizados. Incluso hubo personas que cuestionaban: ¿y dónde están los padres? Con todo esto, y centrándonos más en el segundo caso porque en el primero no hay modo de calmar la rabia ni apología alguna para el salvaje conductor, podríamos considerar que todas las partes tienen un punto. Desgraciadamente, a la hora de intercambiar pareceres es difícil escuchar otras perspectivas, pero siempre es mejor escuchar todos los puntos. Los colectivos ciclistas tienen razón. Los conductores carecen de una educación vial que se ha reflejado en un aumento de incidentes viales en San Luis Potosí relacionados con ciclistas. De 2022 al 2023 pasamos de poco más de 30 a poco más de 90 y se puede discernir en quiénes tienen la culpa, pero yo pregunto ¿realmente es tan difícil ser amables como conductor? No solo con ciclistas: con peatones, otros conductores o manifestaciones. De por sí ya es muy duro lidiar con temas como seguridad, salud, educación y falta de agua, como para no llevar todos la fiesta en paz sin preguntar por qué, simplemente por respeto y empatía. Asimismo, nos sumamos a las exigencias de ciclistas que piden a gritos una infraestructura adecuada -además de que bien planeada puede mejorar el tema de vialidad en muchos aspectos, podría incentivar el uso de este transporte para beneficio del medio ambiente. No obstante, en el caso puntual del menor, si bien se puede cuestionar falta de cruces adecuados, seguridad para colonos aledaños que transitan a pie o en bicicletas, así como iluminación en varios sectores del anillo periférico, no parece prudente responsabilizar al conductor en este accidente, pues, al ser una vía de alta velocidad, no alcanza a reaccionar por la corta distancia y el factor sorpresa cuando el menor ingresa al carril donde pierde la vida. Es verdad, "van muy rápido", pero nuevamente se enfoca la crítica en un punto que no ayuda a otros ciclistas porque la vía rápida no va a cambiar su dinámica de movilidad. Que hay límites de velocidad, sí, pero fuera a 60, 80, 100 o 120, el conductor no alcanzaba a reaccionar. Lo que pudiéramos, claro, es exigir en este circuito una pista reservada exclusivamente para ciclistas, una infraestructura vial que salvaguarde la integridad de cualquier persona que la utiliza para llegar al trabajo, a la escuela o a su casa. Se puede exigir también que se clausuren esos espacios entre contenciones que no sirven más que para aumentar el riesgo de accidentes a personas, ciclistas y hasta motociclistas que prefieren tomar el camino más corto a llegar hasta el siguiente cruce que les permita un retorno con más demora de tiempo, pero más seguro. Por supuesto, la educación vial es un aprendizaje constante de todo ciudadano; podríamos entonces inculcar desde casa cuestiones básicas para cruzar una calle, una avenida o cualquier vialidad. Con el pasar de los años, podríamos incentivar a usar con prudencia y responsabilidad un medio de transporte, que son tan necesarios, unos y otros. Con esto, no se debe desviar la responsabilidad, claro, de autoridades ante exigencias de ciudadanía y colectivos por mejores calles y avenidas que permitan una mejor movilidad para todos que, además, engloba una caja de Pandora multifactorial, pues, como ya lo hemos tratado en este espacio, no es solo ofrecer la infraestructura, sino también dotarla de servicios como iluminación y seguridad.