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En esta semana se vieron imágenes inversamente contrastantes entre taxistas y choferes de plataforma de San Luis Potosí
00:02 sábado 5 abril, 2025
ColaboradoresEn esta semana se vieron imágenes inversamente contrastantes entre taxistas y choferes de plataforma de San Luis Potosí, las cuales, más allá de la discusión que siempre nos remite a qué servicio prefiere uno y sus porqués, reflejan otros problemas de vialidad y seguridad de las que adolece la zona metropolitana. Las imágenes de un grupo de taxistas tapando baches en la carretera 57 dieron mucho de qué hablar en la comunidad potosina. No solo por la acción que beneficia a miles de conductores que diariamente transitan por esa vía, sino porque realizaron el trabajo que le corresponde a los de cuello blanco. Además, el bache en la carretera 57 y la acción de los ruleteros dio motivo para que la ciudadanía comenzara el listado de lugares en la zona metropolitana donde los conductores tienen que ir esquivando hoyo tras hoyo, o bien buscando el pavimento más suave por el cual pasar, al menos, un lado del vehículo. Un problema, aclaro, que San Luis sufre desde hace muchos años, lo que es peor, puesto que refleja la desatención de quienes realmente deberían atender las demandas de la población. Carretera 57, avenida de la Paz, paso a desnivel de Sierra Leona, avenida Adolfo López Mateos, avenida Jaime Sordo, Arroyo de las Vírgenes, avenida Mezquital, la continuación de avenida Salk tras cruzar anillo periférico, Independencia, avenida Curie, laterales de Salvador Nava, incluso el río Santiago (a la altura de 20 de noviembre con dirección a Matehuala; y a la altura del Ángel y de Carlo Magno con dirección a Lomas) representan un serio peligro para conductores, poniendo en riesgo su integridad y la de otros. A esta lista faltan muchísimos ejemplos más; en algunos casos podemos hablar de colonias enteras, como las Terceras, los Silos, el Morro o Arbolitos, piden a gritos una mejora en la infraestructura de sus calles. Asimismo -porque la lista no para-, varias alcantarillas están prácticamente desprendidas del asfalto: en río Santiago, en el cruce de Damián Carmona con Juan del Jarro, el de Granjas y Vasco de Quiroga, o el de Fray Diego de la Magdalena del lado del Saucito, justo a un paso de la UTAN. Si a ello le añadimos la falta de educación al volante -como guardar distancia de seguridad, no distraerse con el celular y moderar la velocidad-, los resultados, en muchos casos, son accidentes viales de diversa gravedad. Ante ello, reconocer la acción de los taxistas no nos quita nada como sociedad, si recordamos permanentemente la exigencia que debemos mantener ante estas situaciones que competen a los de arriba. Por otro lado, al final de esta semana se dio a conocer el caso de un chofer de aplicación que acosó a una pasajera, quien reportó, además del actuar del conductor, que las placas del vehículo no correspondían con el dato que le proporcionó la aplicación. Con ello, se destapa un debate que tiene años no solo en San Luis, sino a nivel nacional y en diversas partes del planeta: la calidad del servicio de taxis contra los servicios de plataforma. Para meternos un poco a esa discusión común, los famosos ruleteros y los choferes de plataformas han gozado de reputación opuesta en los últimos años. Alimentada, eso sí, inicialmente por los primeros de ellos. Incluso, entre la población también hay cierta connotación de bronca cuando uno defiende a unos u otros, asegurando que "estos tienen mejor servicio", "ah sí, pero es que estos otros traen número económico". Como sea, siempre habrá opiniones tan variadas que no terminaríamos por ponernos todos de acuerdo. Eso sí, no es exageración que los ruleteros llevan las de perder en la mayoría de las ocasiones cuando se trata del escarnio público. No es para menos, amable lector, pues, aunque su servidor perteneció -y pertenece aún por lazo familiar- a esa comunidad, no se trata de defender lo indefendible. En primer lugar, la forma en que los taxistas recibieron la llegada de otras opciones de transporte distó mucho de ser la más ejemplar. Agresiones aquí y allá, en la FENAPO, a las afueras del Hospital Central o en los linderos de la Alameda fueron tema recurrente y reflejo de una triste incapacidad para saber que, como dicen coloquialmente, "el sol sale para todos"; además de entender que para los temas de burocracia -algunos cuestionables, pues es cierto que concesionarios pagan una significativa cantidad de impuestos por la unidad que tienen a su cargo- siempre existen vías mejores a la violencia para resolverlos. No obstante, las plataformas se quedaron, porque al final del día, el usuario es el que determina qué servicio quiere pagar. Esto es capitalista y es libre mercado. Sin embargo, la población toma partido entre bandos del sector de transporte cuando el problema de la violencia y el mal o pésimo servicio son detonados por un pequeñísimo grupo de personajes que en todos los ámbitos podríamos encontrar. Quizá a donde tengamos que voltear y dirigir nuestras quejas como usuarios es a las autoridades para capacitar a choferes de ambos grupos, exigir mejores unidades, estrategias eficaces contra actos de violencia o acoso, para que realmente, al final, el usuario pueda elegir qué servicio pagar sin la necesidad -muchas veces generalizada- de descalificar a todos por unos cuantos, pues ni todos los taxistas son tan malos, ni todos los de plataforma son tan buenos. Es más, estoy seguro que la mayoría cumplen con su chamba lo mejor que pueden, que el servicio puede ser mejor, sí. Es perfectible para ambos grupos. Aun así, los ciudadanos no deberíamos juzgar con la misma severidad a los que salen a encontrar los centavos para su familia y caer en la trampa que nos lleva a perder de vista a los que -quieren pasarse de listos- no encuentran ni tantita madre que tanto les falta.